La Federación de Damanhur está situada en la región de Piamonte, a unos 50 kilómetros al norte de la ciudad de Turín, justo en el norte de Italia. La capital de este país europeo es Roma, hogar del Vaticano, por lo cual, es entendible que la mayoría de sus habitantes sean católicos, pues, desde hace más de mil 500 años, ha sido la religión dominante. Sin embargo, hay un sector, en las áreas del norte, que no practica dichas creencias.
Por la poca tolerancia que existe en cuanto a la libertad de culto, en 1979, un grupo de 28 personas empezó a excavar en una montaña, de noche, pues lo que pensaban hacer tenía que mantenerse en total secreto. Su líder, Falco Tarassaco (anteriormente llamado Oberto Airaudi), les había dicho que iban a construir un templo subterráneo, uno que sería el más grande del mundo. Bajo este ideal, todos aquellos que participaron en la construcción de tan utópico lugar lo tomaron como una misión de vida, y, en poco tiempo, se fueron sumando personas; todas ellas, de confianza y con un mimo objetivo.
Falco, pronto, se convirtió en un líder digno de seguir; por eso, la mayoría de sus discípulos lo consideraba más que humano, era “una criatura extraordinaria”, como señaló Stephania Palisano, profesora de sociología de la religión, en la Universidad de Turín. Además, no era una persona de este tiempo, era, más bien, un hombre que venía del futuro, con una misión mágica: salvar a la Tierra y a sus habitantes.
Se dice que el tiempo del cual era originario se encontraba 600 años en el futuro, y que había viajado a los años 70, para salvar a la humanidad del desastre. Incluso, se tiene la creencia de que, en los primeros años, algunos ‘damanhurianos’, aquellos que ya habían alcanzado el más alto nivel de iluminación, se pudieron convertir en ‘temponautas’, utilizando unas cabinas de viaje y, así, realizar saltos en el tiempo. Además, según, esa no era la primera vez que Falco había viajado al pasado, ya que se cuenta que él fue el fundador de una civilización mítica: la Atlántida.
No obstante, aunque varios puedan tener sus reservas, lo cierto es que la Federación de Damanhur es una realidad, y todo comenzó con estas pláticas donde difundió su forma filosófica de vida, con la cual, varias personas se sintieron identificadas, a tal grado que, con el paso del tiempo, se formó una comunidad.
La primera misión de este grupo de personas, como se mencionó anteriormente, no fue fácil, pues necesitaban construir unos templos donde residirían las “tecnologías mágicas”. Las personas tuvieron que abandonar su zona de confort y se unieron a la complicada tarea. Todas las noches, iban a cavar un poco, y fue así que crearon Damanhur (cuyo nombre fue tomado del antiguo templo subterráneo egipcio de Damanhur, que significa Ciudad de la Luz, y que está dedicado al mítico dios Horus).
Son, en total, nueve templos ornamentados, que están distribuidos en cinco niveles diferentes. Todos están unidos por un túnel de cientos de metros de distancia. Por la manera en que está todo construido, da la impresión de que estamos viendo un libro tridimensional, cuya narración es la historia de la humanidad, la cual se encuentra ilustrada con todo tipo de arte. Un dato curioso es que las pinturas, en realidad, son retratos, pues las caras están basadas en personas que, de verdad, existieron. Este complejo es conocido como los Templos de la Humanidad.
Como ya se mencionó, al pertenecer a un país tan católico como Italia, tenían miedo de que otra creencia fuera rechazada; es por eso que nunca solicitaron algún permiso de planeación y todo su proyecto se hizo en secreto e ilegalmente. Pero, como cada vez había más personas que querían ser parte de la sociedad utópica, aquella que promulgaba que iba a respetar y cuidar al planeta, los miembros se hicieron de grandes propiedades.
Fue así que, poco a poco, se establecieron pequeñas empresas cooperativas, como panaderías, librerías, tiendas, viñedos, y todo aquello que era primordial para satisfacer las necesidades primarias para la comunidad, además de que, de esa manera, cada quien era capaz de ganarse la vida. En conjunto, todos trabajaban de día y de noche, y excavaban por turnos. Y así pasaron los años hasta que el secreto fue revelado.
En julio de 1992, Damanhur fue descubierto por las autoridades, y el fiscal estatal le dio un ultimátum a su líder: “Muéstranos los templos o dinamitaremos toda la ladera”. Sin más opciones, y, en especial, porque gran parte del proyecto ya estaba terminado, Falco y sus colegas abrieron la puerta secreta.
Se relata que el fiscal y tres policías, al recorrer las salas temáticas, se encontraron con altas columnas cubiertas con pan de oro, murales en paredes y techos, mosaicos, frescos y cristales. Tal panorama les hizo cambiar de opinión. “Fue increíble; vinieron con dinamita, pero, cuando vieron cada cámara y comenzaron a comprender la sabiduría inherente contenida, se emocionaron hasta las lágrimas”, contó la ciudadana residente de Damanhur, Esperide Ananas, en su libro Damanhur: Templos de la Humanidad.
Realmente, no se esperaban que, detrás de una simple puerta de madera, existiera un mundo increíble y mágico. Fue por eso que, después de ver las nueve cámaras que conforman el complejo, las leyes otorgaron el permiso de seguir con las obras de arte inconclusas, pero ya no iban a poder construir nada más. No obstante, fue hasta el año de 1996 cuando obtuvieron la autorización oficial para mantener y reabrir su catedral subterránea. En ese tiempo, además de lidiar batallas políticas y legales, la gente tuvo que recolectar 100 mil firmas, para poder salvar sus templos.
Y es que, para ellos “los templos son un himno a la humanidad”, como afirma Elleboro, quien nació en Damanhur y, hoy, es su embajador; además de que “representan, desde nuestro punto de vista, una enciclopedia de espiritualidad humana”. Este lugar ya es parte de la identidad de cada uno de sus miembros, pues, como aseveran, “cada habitación habla de un capítulo diferente de nuestra vida, nuestra forma de interactuar con nosotros mismos, con el entorno, con el tiempo, con la vida y la muerte”.
En la actualidad, Damanhur es el centro de la capital de la Federación y cuenta con cinco comunidades, es decir, unas mil 500 personas. Pasó de ser una asociación secreta a ser una colectividad que está abierta a recibir a los visitantes, pues, como ellos mismos dicen, le dan la bienvenida a todos aquellos que quieran profundizar o conocer las investigaciones de su sociedad, en cuanto a temas de espiritualidad, artísticos y sociales.
Por sus extraordinarias construcciones subterráneas y a cielo abierto, la comunidad de Damanhur es un destino de lo más interesante en Italia, por lo cual, si se tiene la oportunidad de visitarla, se recomienda ampliamente no perderse de tan extraordinario lugar.
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