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El Nobel de Fisiología o Medicina enaltece descubrimiento de la hepatitis C

Un ejemplo de ciencia en equipo, que comenzó hace medio siglo


Por haber contribuido con sus estudios al descubrimiento de la hepatitis C, un padecimiento que genera cirrosis y puede derivar en cáncer hepático, el instituto Karolinska, de Estocolmo ha distinguido a los científicos estadounidenses Harvey J. Alter, y Charles M. Rice, y al británico Michael Houghton, con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2020.

El virus de la hepatitis C es transmitido a través de la sangre, ya sea por transfusiones, prácticas de atención sanitaria, consumo de drogas inyectables o costumbres sexuales que puedan implicar contacto con sangre.

La prestigiada institución explicó, que antes del trabajo de estos virólogos, las incidencias en la manifestación de hepatitis conducían a los tipos A y B, sin embargo, aquellos casos que eran propiciados por transmisiones de tipo sanguíneo, no tenían explicación, llevando a los pacientes a enfermar de manera crónica, con grandes posibilidades de progresar a cirrosis y posteriormente a carcinoma hepatocelular, lo cual causa 400 mil muertes al año, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud. Así que, el descubrimiento de este tipo de hepatitis destacó la necesidad de analizar la sangre, llevó al desarrollo de nuevos medicamentos y vino a salvar millones de vidas.

En los años 70, cuando había alentadores esfuerzos en torno a la ciencia, la medicina se centró en el análisis de procesos médicos cada vez más minuciosos, esta fue la época idónea para el estudio de la hepatitis C.

Harvey J. Alter

Harvey J. Alter, originario de Nueva York y descendiente de una familia judía; habiendo concluido su carrera de medicina en la Universidad de Rochester, un posgrado, con una rotación como asociado clínico en los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), un año como residente en el Sistema Hospitalario de la Universidad de Washington, y otro más, como becario de hematología en el Hospital de la Universidad de Georgetown, se asentó en 1969, como investigador principal, en el Centro Clínico de los NIH.

Enfocado en el análisis sanguíneo, a mediados de la década de los 70, con su equipo de investigación, y en sintonía con el virólogo Robert (Bob) Purcell y con el doctor Edward Tabor, quien trabajaba en otro laboratorio, pudo demostrar con experimentos en chimpancés, que la hepatitis transfusional no se debía a los tipos A o B, sino a otra variante de ésta, por lo que fue llamada hepatitis no A, no B. Fue en 1988, cuando confirmó el nuevo virus al detectarlo en muestras de sangre. Este hallazgo fue anunciado en abril de 1989, en dos artículos de la revista Science, y por primera vez se le llamó hepatitis C.

El doctor Harvey, quien reconoció haberse molestado por la llamada telefónica del Instituto Karolinska, que le anunció la buena nueva, expresó después con ánimo, que se trata de una historia muy esperanzadora, que llevó cinco décadas, y en la cual tuvo el sostén de los NIH, quienes le dejaron seguir su camino, pues “… se trataba de una investigación no dirigida, porque tienes una hipótesis, pero no sabes a dónde irá”; a diferencia de esta época en que la investigación está tan enfocada, para desarrollar un medicamento rápidamente. Además, no obstante obtuvo el reconocimiento, evoca que fue un largo proceso en el que estuvo acompañado de mucha gente, como el doctor Robert Purcell, Paul Holland y Paul Schmidt, específicamente, en el banco de sangre.

Por estos trabajos y su trayectoria, el doctor Harvey se ha hecho acreedor a galardones como la Medalla de Servicio Distinguido en su país en 1977, y su elección como miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos en 2002; además, pertenece a numerosas asociaciones.

En una investigación que data de 1964, el doctor Harvey formó parte del equipo que llevó al descubrimiento de la hepatitis B, un hecho que llevó al doctor Barudch Samuel Blumberg a obtener el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1976.

Charles M. Rice

Charles M. Rice, nacido en agosto de 1952, en Sacramento, California, se graduó en 1974, de la carrera de zoología por la Universidad de California, formando parte de la sociedad de honor académica de Estados Unidos Phi Beta Kappa, cuyo lema es “El amor por el aprendizaje es la guía de la vida”.

En 1981, obtuvo un doctorado en bioquímica por parte del Instituto de Tecnología de California (Caltech), donde analizó virus de ARN en el laboratorio del doctor James Strauss. Además, en esta institución llevó a cabo una investigación posdoctoral, en cuatro años, en la que se involucró con el genoma del virus Sindbis y el establecimiento de los flavivirus. Para dicho estudio usó la cepa del virus de la fiebre amarilla, la cual, fue empleada para el desarrollo de la vacuna contra esta infección, y a su vez, esto lo llevó a trabajar con el virus de la hepatitis C.

Más adelante, se empleó como asistente de profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, y en 2001 tomó el cargo de profesor. Ha formado parte de comités en la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés), en los NIH y en la Organización Mundial de la Salud. Actualmente, también imparte clases en la Universidad de Cornell y en la Universidad Rockefeller, ambas en Nueva York, Estados Unidos.

El doctor Rice proporcionó la evidencia final que muestra que el virus de la hepatitits C por sí solo puede causar hepatitis, resolviendo esta gran incógnita.

Junto con su equipo, el científico se abocó a investigar si el virus clonado podría replicarse y causar enfermedades. Con otros grupos de investigadores que trabajaban con virus de ARN, pudo percatarse de una región no caracterizada en el extremo del genoma que podría ser importante para la reproducción del virus, pero, además, Rice detectó variaciones genéticas en las muestras de virus aisladas, por lo que planteó que quizá algunas de éstas podrían dificultar tal replicación.

En ese orden, el experto generó una variante de ARN del virus de la hepatitis C que incluía la región recién definida del genoma viral y que carecía de las variaciones genéticas inactivadoras. Al inyectarse esta variante, en el hígado de chimpancés, se notó el virus en su sangre y manifestaciones similares a las observadas en humanos con hepatitis crónica, lo cual probó que por sí solo, el virus podría generar los casos de hepatitis por transfusiones.

Al agradecer la distinción del Nobel, el doctor Rice, quien se dijo representante de una gran comunidad de virólogos moleculares, interesados en el virus de la hepatitis C, compartió que fueron fundamentales la información sobre la biotecnología y la industria farmacéutica para llegar a la línea de meta del desarrollo de medicamentos, tan efectivos como los que se conocen hoy, aunque, el reto ahora es la falta de diagnóstico y de tratamiento para quienes lo necesitan. Compartió, además, que ésta es “una historia de éxito de ciencia biomédica y de ciencia en equipo”, un esfuerzo que dice observar, en la lucha contra el SARS-CoV-2.

Lo secundan numerosas distinciones, entre las que están el Premio Robert Koch en 2015, el Premio de Salud Artois-Baillet Latour 2016 y el Premio Lasker 2016, aunque ha reiterado que los científicos no trabajan para obtener condecoraciones.

Michael Houghton

Nacido en Gran Bretaña en 1949, a los 17 años de edad, Michael Houghton se inspiró en el trabajo de Louis Pasteur para estudiar microbiología, así que se graduó en ciencias biológicas por la Universidad de East Anglia, en 1972 y concretó un doctorado en el King’s College de Londres en 1977.

Cinco años después, trabajaba para la firma farmacéutica Chiron y junto con sus colaboradores Qui-Lim Choo, George Kuo y Daniel W. Bradley, inició un arduo proceso de aislar la secuencia genética del virus de la hepatitis C, creando una colección de segmentos de ADN, a partir de ácidos nucleicos encontrados en la sangre de un chimpancé infectado.

Gran parte de estos fragmentos provenían del genoma del primate, pero el equipo pronosticó que algunos se derivaban del virus desconocido. Por tanto, considerando que los anticuerpos contra el virus estarían presentes en la sangre extraída de los pacientes con hepatitis, usaron sueros de pacientes para identificar fragmentos de ADN viral clonados que codifican proteínas virales. Tal vez, para clonar el virus, probaron 30 enfoques distintos durante siete u ocho años, probablemente, después de examinar millones de éstos, hasta encontrar un clon positivo, reconoció el científico, quien expresó que, descubrir un virus fue motivo suficiente para continuar.

Los resultados obtenidos por el equipo del doctor Houghton, se dieron mientras trabajaba en la biotecnológica estadounidense Chiron, con sede en California, un proceso tan prolongado, que él equipara a la sorprendente transformación en los alrededores de la firma, que llevaron años, en tanto su trabajo de experimentación parecía inalterable. Afortunadamente, la compañía se comprometió a costearlo.

Actualmente, el científico imparte la cátedra de Investigación de Excelencia en Virología, en Canadá, es profesor en el Instituto de Virología en la Universidad de Alberta y director del Instituto de Virología Aplicada Li Ka Shing.

Ya que desde 2013, demostró que una vacuna derivada de una sola cepa de hepatitis C era eficaz contra todas las cepas del virus, está trabajando en el desarrollo de una vacuna, que se encuentra en ensayos clínicos.

Michael Houghton se ha hecho acreedor a diversos reconocimientos, como el Premio de la Fundación Internacional contra la Hepatitis en 1998 y el Premio Lasker en Investigación Médica Clínica, por el que también fue distinguido el doctor Harvey J. Alter, en el año 2000.

Según la Organización Panamericana de la Salud, en América Latina y el Caribe, más de cuatro millones de personas viven afectadas por hepatitis C crónica y estiman que sólo el 4 por ciento de éstas recibe tratamiento.

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