Quien ha mirado una pintura de Michael Cheval vive una experiencia alucinante; los paisajes surrealistas y las narrativas absurdas en sus lienzos son su tarjeta de presentación. Y quien los aprecia no puede dejar de sentirse atraído por estas imágenes, que pertenecen al mundo onírico. Sin duda, su trabajo lo califica como el maestro de lo fantástico; no por nada, los coleccionistas pueden pasar horas explicando y debatiendo sobre los simbolismos de sus obras.
¿Quién es este pintor surrealista?
Michael Cheval nació en Kotelnikovo, un pequeño pueblo en el sur de Rusia, en 1966. Desde su niñez, se dio cuenta de que quería convertirse en artista, pues vivía rodeado de familiares que sabían dibujar, tocar música, escribir poesía y cantar. En una entrevista, dijo que sus juguetes eran pinturas y pinceles, plastilina o un simple trozo de carbón.
En 1980, toda su familia se mudó a Alemania, y este nuevo país lo dejó impresionado, por su arte; ahí, vio que la cultura de la Europa occidental le proporcionaba una nueva propuesta artística. Para realizar su formación académica como artista, se mudó a Turkmenistán, en 1986, donde estudió y se graduó de la Escuela de Bellas Artes de Ashgabat. Aquí, se interesó por la filosofía oriental y el estilo de Asia central, creando una propuesta donde ya se notaba su enfoque surrealista, lo que lo perfiló como un artista profesional independiente.
En 1990, Cheval presentó, por primera vez, una exhibición personal, en el Museo de Bellas Artes de Turkmenistán. El evento fue realmente significativo en su carrera, pues la comunidad artística de la región mostró gran interés y aprecio por su trabajo. Tres años después, se mudó a Moscú, Rusia; donde trabajó como artista independiente e ilustrador para varias editoriales, entre ellas, la famosa editorial Planeta.
Se mudó a los Estados Unidos en 1997, lo cual cambió su visión del mundo. Él mismo comenta que todo lo que hizo antes de irse a vivir allá era sombrío y deprimente, y que su estadía ahí transformó su arte. Sus pinturas se volvieron más brillantes y positivas, pero con el mismo toque filosófico que lo caracterizaba desde sus inicios. Muy pronto, consiguió ser admitido como miembro del prestigioso Club Nacional de las Artes de Nueva York, donde obtuvo el Premio del Comité de Exhibiciones, en el año 2000. En 2002, se volvió miembro de la Sociedad de Arte de la Imaginación.
Ha publicado dos álbumes de arte a todo color: Canciones de cuna, en 2004, y Naturaleza del absurdo, en 2007. Desde 2009, empezó a colaborar con el escritor, filósofo y poeta Boris Glikman; entre ambos, se creó un ejercicio donde Glikman escribía una historia corta, fábula o poema que acompañaría a la pintura de Cheval. Gracias a esta dupla, en 2011, se publicó Local Call/The mePhone, en la revista U.
Su sello distintivo
Su estilo, desde sus inicios, ha sido inconfundible, pues está lleno de fantasía y surrealismo mágico y simbólico, que transporta a su espectador a un mundo de ilusión, donde los sueños más bellos se vuelven tangibles en una imagen, en un dibujo como ningún otro. En la actualidad, está catalogado como el mayor exponente especializado en pinturas del absurdo.
Si bien, para la mayoría, el absurdo es una técnica para hacer reír, lo cierto es que se puede utilizar de muchas maneras, como para revelar nuevas perspectivas sobre ideas viejas. Para el artista, particularmente, el absurdo es su invitación a ser creativo, pues, como ha expresado:
El absurdo es una parte invertida de la realidad, un reverso de la lógica. No surge de los sueños de los surrealistas o el trabajo del subconsciente, es un juego de la imaginación, donde todos los lazos son cuidadosamente escogidos para construir una trama literaria.
Quien ha tenido el gusto de admirar sus pinturas encontrará una clara inspiración en las obras literarias de Lewis Carroll, historias que son la definición de lo absurdo y surreal, y en Salvador Dalí, artista que le mostró que no hay límites en la fantasía, ni reglas y prohibiciones cuando es momento de crear arte.
Por otro lado, el mismo Cheval ha encontrado una conexión estética entre su estilo y el teatro del absurdo de Samuel Beckett y Eugène Ionesco, así como con las películas de Peter Greenaway, Luis Buñuel y Tarsem Singh. Sin embargo, la idea principal, a la hora de pintar, puede venir de cualquier parte: de una canción, un libro o una película; aquello que lo sintonice con su onda creativa, ya que su experiencia como músico y escritor le ayuda a la realización de sus metas en el campo de la pintura.
Cheval, también, ha comentado que la creación de cada cuadro es diferente. Si bien todos pasan por un proceso donde se piensa en un concepto, se busca la composición, se visualizan los detalles, los personajes principales, el vestuario, la iluminación, etcétera (tanto así como crear una obra de teatro), al momento de empezar el lienzo, a veces, sucede que no encuentra un detalle necesario: la metáfora, por lo cual, tiene que guardar la pintura hasta tener la respuesta; es así que sus pinturas pueden estar terminadas en dos semanas o después de varios años.
Bajo esta premisa, es entendible que su trabajo requiera un ojo agudo para descifrar las alusiones que permanecen ocultas. Empero, la verdadera intención del artista es que se produzca un diálogo entre la pintura y el espectador, para que, así, el receptor cree su propio concepto basado en la idea de la imagen que admira. Cheval ha declarado que, de hecho, se siente extremadamente feliz cuando un espectador le cuenta su propia interpretación de su pintura y ésta es un concepto que él ni siquiera imaginó al momento de realizar el cuadro; ello, considera que es una victoria para él, ya que consiguió que hubiera un diálogo real.
Por otro lado, sus pinturas se pueden equiparar con un rompecabezas, un juego donde se debe descubrir un código, sin embargo, aquí, puede haber más de una solución al acertijo. Definitivamente, su trabajo es una invitación a la audiencia para que haga sus propias y únicas interpretaciones de su arte, las cuales, incluso, pueden estar en completo desacuerdo con el autor.
Por todas estas razones, ha montado exposiciones por todo Estados Unidos y en distintos países de Europa, y sus obras se encuentran en las más prestigiosas galerías. Su trabajo es realmente cotizado a nivel internacional.
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