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  • Foto del escritorRedacción Relax

La bóveda del fin del mundo



Ubicada en Noruega, probablemente, sea el recinto más importante del planeta debido a su gran colección de semillas




¿Se ha puesto a pensar en lo que ocurriría si llegara una catástrofe mundial o el tan temido fin del mundo? A lo largo de la historia, se han suscitado diversos acontecimientos que, en su momento, se vieron como presagios de un apocalipsis. Incluso, actualmente, se ha llegado a señalar fechas exactas en las que podría suceder, lo que ha causado en la sociedad desde miedo hasta una total incertidumbre.


Aunque seguimos sin conocer el día exacto en el que el mundo ha de perecer, lo cierto es que, cada vez más, la humanidad está acortando su tiempo de vida, ya que estamos agotando los recursos naturales necesarios para la supervivencia. El mal uso de éstos ha generado contaminación, nuevas enfermedades y plagas más resistentes que están afectando a las especies de fauna y a la flora comestible.


Esto se vuelve aún más preocupante si consideramos que nuestra existencia depende de factores como el agua y la alimentación. Es por esa razón que, en la búsqueda de preservar la diversidad vegetal, se decidió crear un lugar altamente seguro para almacenar millones de granos, como reserva. Así surgió la Cámara Global de Semillas de Svalbard, popularmente conocida como ‘la bóveda del fin del mundo’.


Se ubica sobre el Círculo Polar Ártico, en la isla de Spitsbergen, la más grande del archipiélago de Svalbard, que pertenece a Noruega, y fue inaugurada en el año 2008, como un plan para salvaguardar el futuro de la humanidad contra la amenaza del cambio climático, las guerras y cualquier otro desastre, ya sea natural o provocado por el hombre.


Fue edificada en el interior de una montaña, a 130 metros de profundidad y a 130 metros sobre el nivel del mar, lo que garantiza que el suelo esté seco. Su área total es de mil metros cuadrados. Además, está hecha a prueba de erupciones volcánicas, de terremotos de hasta 10 grados en la escala de Richter y de radiación solar.



El pórtico de entrada de la bóveda es una sencilla construcción de hormigón, que se ha ganado el estatus de ícono mundial debido a que, en la parte superior, a modo de decoración, tiene triángulos de acero superpuestos que se iluminan, resultando en un espectáculo de luces, similar a los destellos de una aurora boreal. La obra se llama Perpetual repercussion y fue creada por el artista noruego Dyveke Sanne. Incluso, muchos visitantes de Svalbard van exclusivamente al acceso para tomarse selfies.


Según Cary Fowler, fundador de la bóveda, en el mundo, “el 93 % de las variedades de semillas para la alimentación se ha perdido en los últimos 80 años. Muchos pensamos que las consecuencias del cambio climático es una subida ligera de la temperatura media, pero lo que tendremos son temperaturas más extremas”.


Por esta razón, la también conocida como Arca de Noé busca preservar una especie de “copia de seguridad” de todas las semillas del planeta. Está pensada para que los bancos genéticos nacionales o regionales guarden allí sus muestras para que puedan ser replicadas, en caso de que se pierdan como consecuencia de catástrofes naturales o conflictos bélicos.


Se puede decir que este almacén es una forma de póliza de seguro definitiva para el abastecimiento de alimentos del mundo, asegurando millones de las semillas más importantes de cultivos disponibles en la actualidad, lo que lo convierte en una opción para que las generaciones futuras superen los desafíos del cambio climático, el crecimiento de la población y la sobreexplotación de los recursos.


La bóveda –que es gestionada por el gobierno de Noruega, junto con la fundación internacional Global Crop Diversity Trust y el Centro de Recursos Nórdicos– tiene capacidad para almacenar 4.5 millones de variedades de granos.


Actualmente, contiene 1.1 millones de semillas de alrededor de 6 mil especies de plantas originarias de casi todos los países del mundo. Éstas van desde los principales alimentos básicos africanos y asiáticos, como maíz, arroz, trigo, frijol caupí y sorgo, hasta variedades europeas y sudamericanas, como la berenjena, la lechuga, la cebada y la patata.


Para su almacenamiento óptimo, se requiere una temperatura de -18 °C. Las semillas se colocan en paquetes de aluminio de tres capas, hechos a la medida; luego, se sellan dentro de cajas y se guardan en estantes. Cada paquete consta de un promedio de 500 semillas, por lo que se puede almacenar un máximo de 2 mil 500 millones de ellas. Gracias a los bajos niveles de temperatura y humedad, se asegura una baja actividad metabólica, manteniendo las semillas frescas y utilizables por largos períodos.




La importancia de la bóveda
Aunque existen otros bancos de semillas, el de Svalbard posee un significado especial, ya que se trata del único que resulta invulnerable a las catástrofes naturales, la guerra, la falta de financiamiento o una mala gestión.


Sin importar si se tratase de una sequía, un nuevo virus o la contaminación, los genes para detener una hambruna pueden estar en una de esas cajas almacenadas. Bien lo dijo Marie Haga, directora de Crop Trust: “Todos los días ocurren apocalipsis grandes y pequeños en el mundo. Nuestro código genético está desapareciendo del mundo en estas catástrofes”.


Y aunque, para muchos, puede sonar como algo innecesario, si pensamos seriamente cómo ha cambiado la naturaleza, entonces, coincidiremos en que buscar las maneras de preservar la vida frente a un futuro incierto, definitivamente, vale el esfuerzo. Sin duda, es un lugar que preferiríamos nunca usar, pues abrir sus puertas significaría que la humanidad está al borde del colapso; sin embargo, es bueno saber que se cuenta con un plan de acción.



Un símbolo de la cooperación mundial
Más allá de su extraordinaria capacidad de almacenamiento, la bóveda del fin del mundo también es vista como un símbolo de la cooperación que está surgiendo entre los distintos países para lograr un objetivo común.



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