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Foto del escritorRedacción Relax

La fama de Felix Baumgartner descendió igual de rápido que su extremo salto de la estratósfera



Durante muchos meses este exatleta austríaco, se preparó para subir a la estratósfera, a bordo de una cápsula, suspendida por un globo de helio, de 0.002 centímetros de espesor y más de 180 metros de largo, para después regresar a la Tierra mediante un sorprendente salto desde una distancia de 39 mil 68 metros de altura, un suceso que acaparó la atención de todo el mundo, ese 14 de octubre de 2012.

Le antecedían las proezas de haber saltado desde las Torres Petronas, en 1999; ser el primero en cruzar el Canal de la Mancha en caída libre, usando alas de fibra de carbón, en 2003; haberse lanzado desde el piso 91 del Taipéi 101, el edificio más alto del mundo, en 2007, y haber efectuado el salto BASE con paracaídas más bajo en toda la historia, desde una mano del Cristo Redentor de Río de Janeiro en 2008.

Y es que, el ascenso a la estratósfera, que llevó poco más de dos horas y media, y que se había suspendido días previos, debido al mal tiempo, por fin tenía lugar ante la expectante mirada de todo el orbe. Fueron emocionantes momentos en los que se idolatró a un hombre por su valentía.

Su hilarante descenso, duró cuatro minutos y 22 segundos, hasta que accionó el paracaídas y se posicionó sobre la Tierra, consiguiendo: romper la barrera del sonido sin apoyo mecánico, durante los primeros 40 segundos de caída y al llegar a los mil 173 kilómetros por hora; y ser el primero en caer desde esa gran distancia y realizar el vuelo en globo con mayor altura (el récord anterior había sido de 34 mil 668 metros).

Sin embargo, la gloria de ese momento, pasó pronto, pues el hombre de 43 años de edad, siempre atraído por el peligro, poco tiempo después, externó a los medios de comunicación, la decisión de alejarse de los deportes extremos, para dar paso a una vida más tranquila, quizá habiendo reconocido que no había disfrutado del todo, pues su extraordinaria travesía comprendió un trabajo arduo y complicado, en el cual podría haber muerto. “… Fue a partir de que se abrió el paracaídas, cuando comencé a disfrutar, porque sabía que lo peor había pasado y que estaba vivo…”, externaría en ese momento.

Hace algunos años, ya alejado del ambiente extremo, se dedicó a dar conferencias sobre esa experiencia, con el cual, la lección más grande que tuvo, fue la de su caída libre, tal como es la fama.

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