No cabe duda de que una celebración que está muy arraigada en todo el mundo y en la mayoría de las culturas, aunque no en todas, es la de los cumpleaños, donde no pueden faltar el delicioso pastel, las velitas y las clásicas canciones de Las mañanitas o Happy birthday to you, pero, en algún momento de reflexión, ¿se ha preguntado dónde se originó esta tradición?, ¿quién la inventó o por qué se ponen velas sobre la tarta, para, después, soplarlas? Lo cierto es que es más añeja de lo que parece y muchos de sus elementos tienen sus raíces en rituales de magia o en las creencias de religiones antiguas consideradas paganas; además de que surgió a partir de una interpretación metafórica del acto de nacer.
El primer festejado
No se tiene la certeza sobre la fecha exacta, el lugar o la primera persona que celebró un cumpleaños, sin embargo, se acepta que fue en el antiguo Egipto, alrededor del año 3000 a. C., donde, de acuerdo con lo relatado en el libro del Génesis, se festejaba el aniversario de la coronación del faraón, en alusión a su ‘nacimiento’ como rey, mas no el biológico. La tradición se extendió a los faraones posteriores, y los rituales de celebración tenían como segundo objetivo ahuyentar a los malos espíritus, pues se creía que éstos acudían cada año para intentar robarles el alma.
Por otro lado, según Heródoto, padre de la historia, en el Imperio persa (559-330 a. C.), se realizaban ceremonias en honor a la fecha en la que las personas llegaban al mundo, ya que creían que la posición de los astros de ese día influía en su destino. Los persas ricos celebraban los cumpleaños, con platillos hechos a base de carne de vaca, camello, caballo o burro.
Tiempo después, los romanos, además de festejar el nacimiento biológico de sus emperadores y otros miembros de la política, fueron los primeros que extendieron el derecho de las fiestas de cumpleaños a los civiles; sin embargo, éste, únicamente, era válido para los hombres. Luego, con la expansión del cristianismo, como consecuencia de las conquistas territoriales, las festividades tradicionales fueron prohibidas y castigadas, ya que las consideraban prácticas paganas. Fue, aproximadamente, en el siglo IV de nuestra era, cuando la Iglesia admitió que se celebrara un único cumpleaños, cada 25 de diciembre: el de Cristo. Después, instauró los festejos para los santos, los cuales se determinaban según su fecha de fallecimiento, ya que éstos morían en carne, pero nacían en espíritu para Dios. Por ello, anteriormente, se acostumbraba “celebrar el santo” de las personas, pues era común que se les pusiera el nombre del santo que correspondía a su día de nacimiento.
Los elementos
El pastel y las velitas
De la misma forma, los pueblos de otras regiones se valían de festividades similares para homenajear a sus dioses. Se piensa que la tradición del pastel proviene del Imperio babilónico (1792-539 a. C.), donde se preparaba un pan de harina, cereales y miel, con forma redonda en honor a la Luna. Esto guarda una semejanza con una práctica de los griegos, quienes ofrendaban una tarta circular en los cultos a Artemisa, diosa de la caza, los animales salvajes y la virginidad, asociada con dicho astro. Asimismo, de ellos, heredamos la costumbre de las velitas, donde la llama representaba la luz del satélite de la Tierra; sin embargo, en principio, no las colocaban sobre el pastel, sino alrededor de él y dejaban que éstas se consumieran en su totalidad antes de comérselo; cuanto más tiempo tardaran en apagarse, mayor sería la prosperidad.
Se les atribuye a los alemanes la idea de situar las velas sobre el pastel, quienes utilizaban una para representar los años de edad del festejado, y otra, para los futuros. Aunque existe otra versión, que indica que colocaban una velita por cada año cumplido, y una extra, de mayor tamaño, en homenaje a Jesús. Con el fin de evitar que la cera contaminara el merengue, implementaron la costumbre de apagarlas con un soplido, no sin antes pedir un deseo. Por mucho tiempo, los pasteles fueron un privilegio de las clases altas, pero, a raíz de la Revolución Industrial, que motivó a que los precios de los ingredientes se abarataran, se volvieron accesibles para todo público.
Las canciones
Hay dos piezas musicales que solemos entonar en las fiestas: Feliz cumpleaños a ti y Las mañanitas, y cada una posee una interesante historia. La primera, propiamente llamada Happy birthday to you, en inglés, es la melodía más famosa en todo el mundo, según el libro Guinness world records, por lo que se ha adaptado a un sinnúmero de idiomas. Fue escrita en 1893, por las hermanas estadounidenses Patty y Mildred Smith Hill, quienes eran maestras en una escuela primaria, en Kentucky; su título original era Good morning to you all, y la crearon para usarla en una dinámica de integración para que sus alumnos se saludaran todas las mañanas; no obstante, cierto día, la adaptaron para festejar el cumpleaños de un niño de su clase.
De alguna manera, la nueva versión adquirió popularidad y comenzó a usarse de forma libre en distintas producciones de cine, radio y televisión, hasta que, en 1924, la tercera de las hermanas Smith decidió reclamar los derechos de autor, obteniéndolos en 1925, por una vigencia de 28 años; no obstante, el plazo se ha ido renovando, de modo que la canción estará protegida hasta 2030.
En el caso de Las mañanitas, su origen es desconocido, pero, según los expertos, se cree que surgieron a partir de las romanzas de los pueblos judíos de la España medieval. Este estilo musical llegó a México en tiempos de la Colonia, y la canción se hizo popular gracias a los evangelizadores, quienes, como ya mencionamos, la entonaban en las fiestas de los santos. Después del movimiento de independencia, la melodía se acopló a diferentes estilos, como el corrido y el vals, y se modificó la letra.
La versión que conocemos actualmente es el de Las mañanitas tapatías, que surgió en el siglo XX, de la autoría de Manuel M. Ponce, quien incorporó nuevas estrofas, como aquella que menciona al rey David, que le cantaba a las niñas bonitas. Éste fue un personaje bíblico, que se convirtió en monarca del pueblo de Israel luego de vencer al gigante Goliat. Antes de ello, era un humilde pastor que tenía la habilidad de cantar salmos, acompañado de las melodías que tocaba con su lira. Ponce le concedió un espacio en su canción porque fue él quien cantó para anunciar la llegada del Mesías.
Entre otros elementos característicos de los cumpleaños, están las piñatas, sobre todo, en los países latinoamericanos. Tampoco se tiene muy clara la procedencia de esta costumbre, pero algunos señalan que fue el navegante Marco Polo quien las llevó a Europa desde China, en el siglo XIV, aunque otros indican que es una herencia de la civilización azteca, donde se rompían ollas de barro en honor a los dioses.
Celebraciones alrededor del mundo
De acuerdo con sus creencias y cultura, cada país le ha impreso su propio sello a las celebraciones de cumpleaños, con prácticas que pueden resultar un poco curiosas. En China, por ejemplo, todas las personas tienen un año extra del que tendrían en el mundo occidental, es decir, cuando un bebé nace, se considera que ya tiene un año de vida. En su fiesta de segundo aniversario –que, para nosotros, sería el primero–, se realiza un ritual en el que se ponen tres objetos diferentes frente al niño, para que éste escoja uno de ellos: una bolsita con monedas, un muñeco y un libro. Si elige el dinero, significa que su vida será próspera; si opta por el juguete, tendrá muchos hijos en el futuro; mientras que el libro profetiza que será sabio. Otra tradición de ese país es que los festejados adultos deben comer un tazón de largos fideos, sin masticarlos; la longitud de éstos representa a la longevidad.
En algunos pueblos de África, se celebra el primer cumpleaños de un bebé, esparciendo granos de sal y alumbre por toda la casa, con el fin de otorgar paz y tranquilidad a su espíritu. Los españoles tienen la costumbre de darle al homenajeado un leve jalón de orejas por cada año cumplido; esa práctica proviene de los orientales, quienes pensaban que las orejas largas eran símbolo de sabiduría. En Escocia e Irlanda, se les pone de cabeza a los niños y, sujetándolos por los pies, los sacuden según el número de años cumplidos. En ciertas regiones de Alemania, se lleva a cabo un ritual para los hombres solteros que celebran su trigésimo aniversario, el cual, además, funciona como una especie de celestino: éstos deben salir a barrer las calles mientras sus amigos van dejando basura por delante de ellos; la idea es demostrarles a las mujeres casaderas que los caballeros son capaces de realizar tareas domésticas.
En Jamaica, como felicitación de cumpleaños, se acostumbra enharinar al festejado; en República Dominicana, la gente piensa que es de buena fortuna echarle una cubetada de agua; mientras que, en Canadá, es común que se le embarre, en la nariz, un poco de crema o merengue, para protegerlo de la mala suerte. Por otro lado, en Vietnam, todas las personas celebran su cumpleaños la noche de Año Nuevo; y en Japón, sólo se consideran importantes el primer, el vigésimo y el sexagésimo aniversario.
La paradoja de los cumpleaños
Cada año tiene 365 días, y, de acuerdo con el último reporte de la ONU, en todo el mundo, hay, aproximadamente, 77 mil millones de personas; de modo que es lógico que cientos de ellas celebren su aniversario de nacimiento en la misma fecha. Sin embargo, no conocemos a diario a alguien que coincida con nuestro día, por lo que creeríamos que se necesitaría estar en un grupo muy amplio para encontrarlo, y es cierto; no obstante, la paradoja de los cumpleaños es una verdad matemática que afirma que tan sólo en un grupo de 23 personas, la probabilidad de que dos de ellas cumplan años el mismo día es del 50 %. Cabe mencionar que lo anterior se refiere a que pueden ser dos individuos al azar, no precisamente que nosotros encontraremos a alguien que coincida con nuestro aniversario.
Para demostrar tal enunciado y determinar la probabilidad según la cantidad de gente dentro del grupo, son necesarias cuatro ecuaciones, considerando el año con 365 días:
Luego –tomando en cuenta que la primera persona pudo nacer en cualquier día de 365; la segunda, en alguno de los 364 restantes, y así sucesivamente–, multiplicamos:
Así, por ejemplo, pensando en una reunión con cinco individuos, el resultado sería el siguiente:
Si sustituimos el valor de ‘n’ por 23, se comprobará que la probabilidad es de la mitad; si aumentamos el número a 30 o 50 personas, la estadística será del 71 y 97 %, respectivamente; mientras que, si hablamos de un grupo de 70 individuos, ésta será del 99 %. Es posible que usted o alguien más esté leyendo este artículo el día de su cumpleaños, si es así: ¡Muchas felicidades!
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