Muchos individuos en todo el mundo lo padecen y se considera que, al menos, siete de cada diez lo han presentado alguna vez en su vida. Este síndrome se caracteriza por ser un fenómeno psicológico en donde la persona es incapaz de procesar sus logros, de manera interna, por lo que sufre un miedo constante de ser descubierta por, supuestamente, haber hecho trampa. Este comportamiento continúa, incluso, cuando se cuenta con las pruebas que confirman sus éxitos y competencias, además de que considera que sus hazañas fueron suerte o coincidencia.
La presencia de este trastorno puede ocurrir en distintos ámbitos de la vida, como el académico, el laboral, social, familiar e interpersonal. Hasta la fecha, no se ha logrado identificar su origen específico, pero se reconoce que involucra diferentes factores importantes, tales como la baja autoestima, las críticas durante la infancia y la adolescencia hacia el historial académico, la pérdida de confianza en uno mismo o la inseguridad generada por experiencias anteriores.
Cada persona asimila de manera diferente aquellas situaciones que son difíciles, y lo que, para una, es un golpe muy duro, para otra, puede pasar desapercibido. Las características principales del síndrome del impostor son:
· Considerar que no se es merecedor de logros propios o que éstos fueron obtenidos por ayuda de los demás, por obra de la suerte o por el destino.
· No creer en las capacidades propias.
· Miedo a ser descubierto.
· Expectativas de fallar ante situaciones que, generalmente, son consideradas como de éxito o de rendimiento excelente.
· Desmotivación, que se asocia a la falta de confianza.
· Tristeza, depresión, ansiedad y desesperanza.
· Sentimientos continuos de insatisfacción.
El padecer este síndrome puede afectar negativamente la carrera profesional o laboral, ya que se rechaza por completo cualquier éxito individual, pensando que no fue obtenido por méritos propios, a pesar de que, en realidad, la persona los posea y sea brillante.
¿Por qué se produce?
Existen ciertas situaciones genéricas que pueden influir para el desarrollo de este padecimiento psicológico, por ejemplo, cuando un miembro de la familia es considerado como la oveja negra, de modo lo que éste intenta trabajar más para lograr la aceptación, principalmente, de sus padres.
Asimismo, las diferencias salariales que se presentan en el ámbito laboral y la discrepancia entre la percepción económica de una mujer frente a la que recibe un hombre. Los estereotipos también juegan un papel importante.
Las personas con el síndrome del impostor marcan exigencias y requisitos imposibles de conseguir, toman en cuenta los comentarios o las historias de éxito de los demás y realizan una comparación constante con las otras consideradas ‘exitosas’.
¿Cómo enfrentarlo?
Para empezar, es importante realizar la autoevaluación de actitudes; los rasgos indicadores son que no se permite la aceptación de los elogios y la comparación constante. Una vez que se detectaron estas conductas, se recomienda trabajar en lo siguiente:
· Reconocer qué parte del trabajo realizado fue fruto del esfuerzo personal, exaltando las características que se involucraron en la consecuencia positiva.
· Aceptar las propias limitaciones y tratar de no ser un ‘superhéroe’; reconocer que existen algunas fallas en las que podemos mejorar podría ayudarnos a lograr los objetivos propuestos, sin sentirnos abrumados.
· Admitir que pedir ayuda no es signo de debilidad, sino que es parte de reconocer hasta dónde podemos llegar. Reconocer las fortalezas y debilidades.
· Evitar compararse con otras personas, ya que eso puede generar sentimientos de ansiedad, envidia o baja autoestima; lo principal es enfocarse en los objetivos personales y ver en retrospectiva el camino recorrido.
Cabe aclarar que no es un proceso sencillo, por lo que se debe acudir con un especialista de la salud mental, para que valore la mejor opción terapéutica; dependiendo del problema causal, puede ser psicoterapia breve o de larga duración.
Una forma de determinar si se padece o no del síndrome del impostor es mediante un cuestionario breve:
1. A menudo he tenido éxito en una prueba o tarea, aunque, antes de realizarla, tenía miedo de no hacerla bien.
2. Puedo dar la impresión de que soy más competente de lo que realmente soy.
3. Si es posible, evito las evaluaciones y me estreso cuando que otros me califiquen.
4. Cuando la gente me alaba por algo que he logrado, temo no poder cumplir con sus expectativas sobre mí en el futuro.
5. A veces pienso que obtuve mi posición actual o mi éxito porque estaba en el lugar y en el momento correctos, por casualidad o porque conocía a las personas adecuadas.
6. Temo que las personas importantes para mí puedan descubrir que no soy tan capaz como creen.
7. Tiendo a recordar las ocasiones en las que no hice las cosas lo mejor que pude.
8. Raramente, hago un proyecto o tarea tan bien como me gustaría.
9. A veces, siento o creo que el éxito en mi vida o en mi trabajo ha sido el resultado de algún tipo de error.
10. Es difícil para mí aceptar cumplidos o elogios sobre mi inteligencia o logros.
Si se contestó, a la mayoría de los enunciados, con ‘siempre’ o ‘muy frecuente’, es importante acudir a valoración con un especialista.
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