Hace 120 años, en la galería Bernheim-Jeune de París, tuvo lugar una de las exposiciones más importantes del pintor holandés Vincent van Gogh. Ocurrió el 17 de marzo de 1901, once años después de su muerte. Se trataba de 71 cuadros que generaron una grata impresión en el público asistente.
Fue gracias a esta muestra que la obra del artista tomó un gran impulso, proyectando su ingenio hacia el mundo, pues a ésta siguieron exposiciones en Ámsterdam, en 1905; en Colonia, en 1912; en Nueva York, en 1913, y en Berlín, en 1914.
Considerado uno de los principales exponentes del postimpresionismo, el artista llegó a pintar en vida hasta 900 cuadros, entre los cuales se cuentan autorretratos, acuarelas y mil 600 dibujos, los cuales no dio a conocer en su totalidad cuando vivía, y algunos consiguieron venderse gracias a que Johanna, esposa de su hermano Theo, hizo difusión de ellos.
Al morir Theo, quien era marchante, su mujer pasó a ser la heredera de la vasta colección, y posteriormente, sería su hijo Vincent Willem, quien se haría cargo de ella. Hoy día, el sobrino bisnieto del pintor, Vincent Willem van Gogh, asesora y representa la obra de su antepasado en el Museo van Gogh, en Ámsterdam.
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