
El 1 de octubre de 1949, se inscribió este hito en la historia de ese país y del mundo entero. El acontecimiento marcó el fin de una larga guerra civil y el inicio de una nueva era para la nación más poblada del planeta.
La China de inicios del siglo XX había sido sacudida por una serie de revoluciones y conflictos internos. La caída de la dinastía Qing, en 1911, dio paso a un período de inestabilidad política y guerras civiles. En este escenario, el Partido Comunista, liderado por Mao Zedong, surgió como una fuerza importante en la lucha por el poder.
Tras años de conflicto armado, las fuerzas comunistas lograron derrotar al ejército nacionalista Kuomintang, obligando a sus líderes a refugiarse en la isla de Taiwán. Este triunfo permitió a Mao Zedong proclamar la República Popular China desde la icónica Puerta de Tiananmén. Así, los principios del comunismo, como la igualdad social y la propiedad colectiva de los medios de producción, se convirtieron en los pilares del nuevo régimen.
Este hecho tuvo un impacto profundo y duradero en la historia del siglo XX. La revolución china inspiró a otros movimientos en todo el mundo y contribuyó a reconfigurar el orden geopolítico. Hoy, el país ha experimentado un crecimiento sin precedentes, convirtiéndose en una de las principales potencias económicas del mundo.
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