Con el objetivo de fomentar el desarrollo cultural de nuestro país a través de la formación de músicos profesionales, el 14 de enero de 1866 se fundó en la capital, el Conservatorio Nacional de Música, el cual tuvo su origen en la Sociedad Filarmónica Mexicana, una de las agrupaciones que recibió influencia de los músicos europeos que arribaron a nuestro territorio en el siglo XVIII, y en la cual se encontraban Aniceto Ortega y Tomás León.
El conservatorio abrió sus puertas oficialmente el 1 de julio de ese mismo año en el inmueble que había fungido como Academia de Música del Padre Agustín Caballero, un pedagogo, quien sería su primer director. Ahí se daban clases de canto, solfeo, piano, violín, clarinete, vihuela, flauta travesera y acompañamiento, así como de escritura inglesa, española, gótica y redonda; y de idiomas como inglés, italiano y francés.
Uno de los cometidos de la nueva institución, era dar oportunidad a las mujeres de instruirse profesionalmente, siendo la primera en otorgarles un título con validez.
Parte de su trascendencia corresponde a que después de la Revolución, surgió una corriente conocida como Nacionalismo Revolucionario, que desembocó en la propuesta cultural más representativa de la historia de México, a la cual se adhirieron muralistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros; y músicos como Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, José Pablo Moncayo y Manuel M. Ponce, quienes formados en el Conservatorio Nacional de Música, instruyeron a las primeras generaciones de artistas que egresaron del mismo.
Con el tiempo, la incorporación de mayores actividades culturales y los movimientos políticos que vivía nuestro país, el conservatorio tuvo varios cambios de sede, hasta que en 1949 finalmente ocupó el inmueble ubicado en la avenida presidente Masaryk #582, en la quinta sección de Polanco; el cual, desde 2012 está considerado como Monumento Artístico de la Nación.
Actualmente el Conservatorio Nacional de Música es parte activa del Sistema Educativo Nacional y promueve servicios inherentes a las instituciones de educación superior, como son la docencia, la investigación y la difusión cultural.
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