Lupus, conocido también como lupus eritematoso sistémico (LES), es una enfermedad autoinmune crónica que puede afectar cualquier parte del cuerpo, como la piel, las articulaciones y los órganos internos. El sistema inmunitario de una persona con lupus ataca por error a sus propios tejidos y órganos, causando inflamación y daño en los tejidos afectados.
Aproximadamente del 70 al 90 % de las personas con lupus son mujeres jóvenes en edad de procrear, aunque también puede darse en la edad infantil (sobre todo en niñas), en hombres y mujeres mayores o ancianos, y hasta en recién nacidos. El lupus aparece en todo el planeta, aunque quizá sea más frecuente en las personas de ascendencias africana y asiática que en las de ascendencia caucásica.
Los síntomas del lupus pueden variar ampliamente y pueden incluir fatiga, fiebre, dolor en las articulaciones, rigidez, hinchazón, y una erupción característica en forma de mariposa en la cara. También pueden ser foto sensibilidad, úlceras en la boca, y problemas renales, entre otros. Debido a que los síntomas pueden ser similares a los de otras enfermedades, el lupus puede ser difícil de diagnosticar.
Los dolores de cabeza de tipo migraña, la epilepsia o los trastornos mentales graves (psicosis) pueden ser las primeras anomalías detectadas.
La cantidad y la variedad de anticuerpos que aparecen en el lupus es mayor que en cualquier otro trastorno. A veces, estos anticuerpos pueden determinar qué síntomas aparecen. Sin embargo, los niveles de estos anticuerpos no siempre guardan proporción con los síntomas de la persona.
El lupus eritematoso discoide (LED), o lupus cutáneo crónico eritematoso, afecta solamente la piel. En este proceso aparece un exantema de forma redondeada, a veces con pérdida de piel, cicatrización y pérdida de pelo en las áreas afectadas. El exantema se agrupa en áreas de la piel expuestas a la luz, como la cara, el cuero cabelludo y las orejas. A veces también aparecen exantemas o úlceras en las membranas mucosas, especialmente en la boca. En el 10 % de las personas aparecen manifestaciones de lupus sistémico que afecta a las articulaciones, los riñones y el cerebro.
El lupus eritematoso cutáneo subagudo es una forma de lupus que afecta principalmente la piel, causando exantemas generalizados, que se repiten y pueden empeorar con la exposición a la luz solar. Se pueden formar manchas rojas y en forma de anillo o manchas similares a la psoriasis en los brazos, la cara y el tronco. El LESC difiere del LED porque es muy raro que cause cicatrices. Las personas experimentan fatiga y dolores en las articulaciones, pero por lo general no sufren daño grave en los órganos internos, como suele ocurrir en el LES.
El tratamiento para el lupus se enfoca en controlar los síntomas y minimizar los brotes. Esto puede incluir medicamentos antiinflamatorios, inmunosupresores y cambios en el estilo de vida. Es importante que las personas con lupus reciban atención médica especializada y un seguimiento regular para manejar la enfermedad de manera efectiva.
Las causas exactas del lupus no se conocen completamente, pero se cree que es el resultado de una combinación de factores genéticos, ambientales y posiblemente hormonales. Algunos factores que pueden contribuir al desarrollo del lupus son:
Genética: Algunas personas nacen con una tendencia a desarrollar lupus, lo que puede ser desencadenado por factores ambientales
Ambiental: Ciertos factores ambientales han sido asociados con el desencadenamiento del lupus, como la exposición a la luz ultravioleta del sol, infecciones, ciertos medicamentos y el estrés emocional
Hormonal: Se considera que las hormonas, especialmente el estrógeno, pueden jugar un papel en el lupus, ya que la enfermedad es más común en mujeres durante sus años reproductivos.
Es importante destacar que, aunque estos factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar lupus, no todas las personas con estos factores desarrollan la enfermedad. El lupus es complejo y su desarrollo varía de persona a persona. Es esencial consultar a un profesional de la salud para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados.
Algunos de los órganos y sistemas más comúnmente afectados por el lupus incluyen:
La piel y membranas mucosas: Entre los exantemas se incluyen el eritema en alas de mariposa o eritema vespertilio, que consiste en enrojecimiento de la nariz y de ambas mejillas, protuberancias o zonas de piel excesivamente delgada, y zonas de enrojecimiento planas o con relieve en zonas expuestas de la cara y el cuello, la zona superior del tórax y los codos. Las ampollas y las llagas son raras, aunque es frecuente que aparezcan en las membranas mucosas, en particular en el paladar, en el interior de las mejillas, en las encías y en el interior de la nariz.
También pueden aparecer zonas rojas moteadas en los lados de las palmas de las manos que suban por los dedos, enrojecimiento e hinchazón alrededor de las uñas, y manchas planas de color púrpura rojizo entre los nudillos en las superficies internas de los dedos. Igualmente, pueden aparecer en la piel manchas púrpuras debidas a hemorragia como consecuencia de unos valores bajos de plaquetas en la sangre.
Los músculos, tendones y articulaciones: Los síntomas van desde dolores articulares intermitentes hasta inflamación repentina de numerosas articulaciones; aparecen en aproximadamente el 90 % de las personas y pueden presentarse años antes que otro tipo de síntomas.
El sistema nervioso: Puede afectar el cerebro (Lupus neuropsiquiátrico) y causar dolores de cabeza, entumecimiento, hormigueo y disfunción cognitiva, cambios de personalidad, accidentes cerebrovasculares, convulsiones, trastornos mentales graves (psicosis) o un proceso en el que se producen una serie de cambios físicos cerebrales que dan como resultado trastornos como la demencia. También pueden dañarse los nervios periféricos o la médula espinal.
Los pulmones: La inflamación puede afectar el revestimiento de la membrana de los pulmones, los pulmones, los vasos sanguíneos dentro de los pulmones y el diafragma. Debido a ello, las personas con lupus experimentan dolor cuando respiran profundamente. Esto se debe a la inflamación repetida de las membranas que rodean a los pulmones (pleuritis), con presencia o ausencia de líquido en su interior. La inflamación de los pulmones, que causa dificultad para respirar, es rara, aunque son frecuentes algunas alteraciones menores de la función pulmonar.
Los riñones: Pueden verse afectados en cualquier momento, y ser el único órgano afectado por el lupus. La consecuencia más frecuente es la presión arterial elevada y la pérdida de proteínas por la orina, que provoca hinchazón en las piernas.
El corazón y la circulación: A veces se presenta dolor torácico debido a la pericarditis, inflamación de las paredes de las arterias coronarias, que puede evolucionar hacia una angina de pecho, y la inflamación del músculo cardíaco, que puede evolucionar hacia una insuficiencia cardíaca.
Los ojos: Puede causar problemas como la afectación de la piel alrededor de los párpados, ojos secos y escleritis.
El sistema digestivo: Las personas afectadas sienten náuseas, tienen diarrea y molestias abdominales inespecíficas. La aparición de estos síntomas puede ser el anuncio de un próximo brote de la enfermedad. La disminución del aporte de sangre a varias zonas del tracto intestinal puede ocasionar un dolor abdominal más intenso, lesión hepática o pancreática, bloqueo o perforación del tracto gastrointestinal.
Los huesos: Puede afectar los huesos y el tejido óseo, y causar complicaciones como osteoporosis y necrosis avascular.
Es importante recordar que el lupus es una enfermedad individualizada y su impacto puede variar significativamente entre los pacientes.
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