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Los libros que salen, pero jamás regresan a su biblioteca

  • Foto del escritor: Redacción Relax
    Redacción Relax
  • 30 sept
  • 4 Min. de lectura

Estos son los títulos más robados


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A lo largo de los años, las bibliotecas han sido guardianas del conocimiento; son espacios de acceso libre a la cultura, el pensamiento crítico y la educación a través del tiempo. De este modo, su importancia y valor  fueron resaltados en la tira clásica de Mafalda, de Quino, en donde Felipe pregunta: ¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas fuesen más importantes que los bancos?


Sobre estos últimos, dado el producto que resguardan, resulta sumamente creíble que frecuentemente se cometan robos; sin embargo, aunque usted no lo crea, las bibliotecas –públicas, privadas, de escuelas, médicas o religiosas– también son víctimas de hurtos y “pérdidas sospechosas” de ciertos libros de los estantes. El fenómeno del robo en bibliotecas no responde únicamente a intereses económicos, sino que revela patrones sociales, culturales e, incluso, ideológicos.


¿Pero qué personas serían capaces de hacer tal cosa? Un biblioclepto es una persona que roba libros, generalmente de bibliotecas o librerías, motivada por el deseo de conocimiento, la censura, la vergüenza de solicitar ciertos temas o hasta por razones simbólicas o ideológicas. Lejos del ladrón común, que busca un intercambio económico por ello, el biblioclepto suele estar impulsado por una relación intensa —y, a veces, conflictiva— con el saber, lo que lo ha llevado a que sea visto, en ocasiones, como un rebelde intelectual, aunque su acto siga siendo ilegal y éticamente cuestionable.



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Aunque cada ladrón puede robar ciertos libros según sus gustos, intereses o necesidades, existen ciertos títulos que coinciden en ser los preferidos de los amigos de lo ajeno.

Dentro de los primeros lugares del ranking no oficial de lo que estos ladrones suelen robar, se encuentra –en segundo lugar– la Biblia, el libro más traducido de la historia, escrita a lo largo de mil 500 años por diversos autores. Quizá, por su peso simbólico o, tal vez, por su poder espiritual y su contenido religioso, suele ser uno de los más extraídos de las bibliotecas.

En contraparte, también, desaparecen con frecuencia libros de brujería, ocultismo y astrología. En pleno siglo XXI, cuando la ciencia domina el discurso y la lógica guía nuestras decisiones, hay quienes buscan respuestas en estos textos, que no son robados por su valor monetario, sino por la promesa de lo arcano, por el anhelo de entender los misterios que la razón no explica de manera lógica.


También, se han reportado los libros de preparación de exámenes y capacitación, que incluyen información y ejercicios de razonamiento verbal, habilidades lectoras y matemáticas, entre otras capacidades, para aprobar ciertas evaluaciones. Estos libros o manuales no son robos por curiosidad o filosofía, sino por necesidad de estudio. En esos casos, el hurto es un grito silencioso: “Quiero salir adelante, pero no puedo pagar el precio del conocimiento”. Son robos que revelan brechas, desigualdades, sistemas que excluyen, ya sea por el alto costo de los libros académicos o por su difícil adquisición en el mercado.


También, ya sea por su valor cultural, o bien, monetario –al ser considerados reliquias–, se sabe que se han robado muchos escritos de la Antigüedad, por ejemplo, la copia del libro impreso más antiguo de Ucrania, libros médicos raros, códices, como el Calixtino, o textos de personajes importantes, como Aristóteles, Descartes, Galileo y Maquiavelo.


El entretenimiento es, igualmente, un área objetivo. Se han registrado robos de las primeras ediciones de libros de Dr. Seuss, así como cómics y hasta manuales del popular y controvertido juego de mesa Dungeons & Dragons (Calabozos y Dragones).


Pero, ahora, quizá, debe estarse preguntando ¿cuál es el libro más robado?, ya que le hemos revelado el segundo, mas no el primero. Probablemente, pensará que es un libro de historia antigua, algún libro prohibido o un libro de literatura universal, como La Odisea, de Homero, o la Divina Comedia, de Dante Alighieri


Pero no. Según la BBC, los ladrones de libros, curiosamente, se interesan más por el famoso Libro Guinness de los Récords, que es el más robado de las bibliotecas públicas. El Guinness World Records es una obra que celebra las mejores marcas alcanzadas o superadas por las personas en diversas actividades, desde las más comunes hasta las más raras, por lo que resulta irónico que, en sí mismo, este libro tenga un récord involuntario, por su constante robo en las bibliotecas. ¿Será el deseo de pertenecer a una narrativa de hazañas o, simplemente, la atracción de lo curioso y lo extravagante sobre el tema? Lo dejaremos para reflexión.



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En el caso de los libros más robados de las librerías, los de Charles Bukowski, Jack Kerouac, junto con los de Ernest Hemingway, David Sedaris y El Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, son los que llaman la atención de los ladrones en Estados Unidos. En el caso del Reino Unido, la lista es diferente. Los más robados son los libros de la saga de Harry Potter, de J. K. Rowling.


Ante lo anterior, se puede notar que, en las bibliotecas, la gente se lleva libros por sus peculiaridades, mientras que, en las librerías, se enfocan en los libros de reconocimiento popular.

El caso de México es diferente. Aunque nuestro país ha experimentado pérdidas significativas en sus bibliotecas —por ejemplo, en Jalisco, se reportaron más de 61 mil ejemplares dados de baja en una década, por robo, extravío o deterioro, de acuerdo con El Informador—, no se ha identificado públicamente un título específico que lidere esas desapariciones en general.


En conclusión, el robo de libros en bibliotecas responde al deseo de lucro, aprendizaje, interés, curiosidad, revelando tensiones sociales, necesidades no satisfechas y fenómenos de censura privada. Los libros representan un tesoro invaluable, y cada uno de ellos debe ser preservado como una auténtica reliquia, ya que el cuidado del legado que se encuentra en las bibliotecas es una responsabilidad colectiva.


Sin embargo, robar un libro de una biblioteca es, sin duda, un acto contradictorio; es una traición al pacto social del saber compartido. Cada libro robado es una pregunta sin respuesta, una sombra que queda entre los estantes; y, además, nos dice algo sobre la sociedad. Porque, como escribió Jorge Luis Borges: “Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca”, pero, incluso, en el paraíso, hay quienes no pueden evitar estirar la mano y llevarse el fruto prohibido.

 

 

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