Anoche del 27 de enero de 2014, después de un concierto, Frank Almond, primer violinista de la Orquesta Sinfónica de Milwaukee, se disponía a regresar a casa, cuando, atravesando el estacionamiento del Colegio Universitario de Wisconsin, fue interceptado abruptamente por dos personas, quienes le propinaron descargas eléctricas con una pistola y le arrebataron su violín, su preciado instrumento, de más de 300 años de antigüedad, con un valor estimado de 6 millones de dólares.
Se trataba del Lipinski Stradivarius, fabricado en el año 1715, y que, en realidad, no pertenecía a Almond, sino a un dueño anónimo que se lo había prestado desde 2008. Independientemente del millonario valor del instrumento, el músico, consternado, refería que lo lamentaba tanto, ya que, para él, el violín “es un cliché, porque se desarrolla un vínculo misterioso”, y, por lo tanto, lo extrañaba.
Por esos días, incluso, un donante desconocido estuvo ofreciendo una recompensa de cien mil dólares a quien diera información acerca del Lipinski, de acuerdo con una portavoz de la Orquesta Sinfónica de Milwaukee; y es que la única pista que se tenía era el estuche del violín, hallado a varios kilómetros de donde sucedió el robo.
Cabe decir que, afortunadamente, diez días después, el instrumento fue recuperado; casualmente, luego de que se diera a conocer públicamente la recompensa del donante. La policía de Milwaukee detuvo a dos hombres y a una mujer como responsables. El violín se hallaba en un maletín, en el ático de una vivienda, y aparentemente, en buenas condiciones. Por cierto, la autoridad informó que uno de los implicados tenía antecedentes penales por robo de obras de arte.
En relación al cuidado del valioso instrumento, es preciso apuntar que, a unos días del hurto, Almond había publicado una carta dirigida a los ladrones, dándoles algunas recomendaciones para su conservación, como el uso de un humidificador de ambiente, ya que el aire seco del invierno haría que la madera se secara demasiado y se agrietara. Les pedía devolverlo en un lugar seguro, en el que no pudiera sufrir daños. También, les advertía: “Nunca van a vender el violín porque es conocido y marcado personalmente”, y agregaba que, si lo intentaban, la policía los arrestaría y pasarían años en la cárcel, porque “lo que han hecho es equivalente al secuestro”.
Legendaria concepción
Los violines Stradivarius fueron elaborados entre los años 1700 y 1725, por el lutier1 Antonio Stradivari, quien dedicó, prácticamente, toda su vida a la creación de instrumentos de cuerda. Por lo anterior, su apellido se maneja en latín para definir a sus creaciones.
También, fabricó arpas, guitarras, violas y violoncellos; en total, unos mil cien instrumentos, de los cuales, hoy en día, se conservan 650 piezas aproximadamente, en diferentes lugares.
La mayoría de éstas son violines, mientras que la minoría son violonchelos y violas; los primeros son los más solicitados por los músicos, alcanzando precios de hasta 3 millones y medio de dólares en las subastas; y es que el interés por los productos de esta firma se debe, en parte, a su sonido único y preciso. Tienen características propias, con acabado fino, madera tornasolada barnizada y, lo mejor, reproducen un sonido magistral.
Además, como si de hijos se tratara, los Stradivarius tienen un nombre propio, que hace referencia a las personas que los han utilizado, y cada uno tiene sus características particulares. Es así que, en el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano, ubicado en Washington, se encuentra el violoncello Servais, fabricado en 1701, siendo el músico belga Adrien François Servais (1807-1866) uno de sus prominentes dueños.
Otros ejemplos son el del violín Benny Stradivarius, hecho en 1729, y legado a la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, gracias al violinista y comediante norteamericano Jack Benny, fallecido en 1974; y el ex-Captain Saville, que, construido en el año 1667, fue propiedad del también lutier francés Jean Baptiste Vuillaume, y que, actualmente, es tocado por el director de orquesta y compositor neerlandés André Rieu.
Menester es mencionar que la mayor colección de Stradivarius a nivel mundial se encuentra en el Palacio Real de Madrid y pertenece a la Capilla Real, y es conocida como la Colección Palatina. Se trata de un conjunto de cinco instrumentos de cuerda, cuatro de ellos, decorados (dos violines, un violoncello y una viola), y uno, sin decorar. El acopio de las piezas le fue encargado a Antonio Stradivari por el rey Felipe V, durante un viaje que hizo a Cremona, en el año 1702, y, luego, fue adquirido finalmente por Carlos III.
Un detalle interesante es que, de los mil cien instrumentos realizados por el italiano, sólo 11 están decorados, de los cuales, cuatro pertenecen a la Colección Palatina, y de ésta, la viola es la única ornamentada en todo el mundo.
Del resto de las piezas Stradivarius existentes, algunas se encuentran en conservatorios, resguardadas en museos; otras son prestadas a músicos renombrados o están en colecciones privadas o en las casas de subastas; incluso, algunas piezas están desaparecidas, como el violín Davidoff-Morini, robado en 1995, o el Karpilowsky, de Harry Solloway, extraviado en 1953, en su residencia de Los Ángeles, California.
Antonio Stradivari
Nació en Cremona, Italia, el 18 de diciembre de 1644, como hijo de Alessandro Stradivari y Anna Moroni.
Se cree que, a partir de los 23 años de edad, fue aprendiz en el taller del maestro Nicolò Amati, y sería hasta 1683 cuando comenzó a trabajar, de manera independiente, en la Piazza San Domenico, en el mismo edificio que Amati, a quien superó en la creación de instrumentos, cuidando hasta el más mínimo detalle en su diseño, por lo que, pronto, se hizo famoso.
Una nota sobre el lutier refiere que los instrumentos hechos entre los años 1715 y 1730, bajo su apellido, no tenían la misma calidad que los diseñados años atrás; se tiene que estos últimos pudieron haber sido firmados por sus hijos, Omobono y Francesco, quienes trabajaron con él y, después de su partida, continuaron con la tradición.
El gran maestro se casó a los 23 años de edad, con Francesca Febaroschi, y duró en matrimonio 31 años; tuvo 11 hijos con ella, y en 1699, contrajo segundas nupcias con Antonia Zambelli Costa.
Stradivari falleció en la misma ciudad que le vio nacer, a la edad de 93 años, habiendo firmado su último violín un año antes.
El gran lutier firmaba sus piezas así: Antonius Stradivarius Cremonensis Faciebat anno 17
Los misterios de una sonoridad perfecta
Tal vez, por su antigüedad, por los materiales o porque fueron elaborados por manos prodigiosas, que les imprimieron la facultad de una sonoridad impresionante, lo cierto es que los instrumentos Stradivarius han despertado el interés de la ciencia y de expertos musicales debido a la calidad sonora sin precedentes que se consigue usándolos; por ello, hace algunos años, se revelaron los resultados de un estudio que pretendía identificar las particularidades de un violín.
Fue así que, con rayos X, se determinó que ni la madera ni el barniz de recubrimiento eran responsables de la sonoridad de los instrumentos, pero, curiosamente, los científicos se percataron de que las piezas analizadas tenían diferente estructura, sobre todo en el mango y el cordal.
Por su parte, un estudio posterior, realizado por expertos franceses y alemanes, coordinados por el químico Jean Philippe Echard, restaurador del Museo de la Música de París, que examinaba el barniz de los instrumentos, encontró que se trata de simple aceite secante, como el empleado por los ebanistas, por lo que quedó atrás la extravagante idea de que el barniz era una combinación de extractos de piel, de hueso o de esturión, o bien, que los instrumentos habían sido tratados con abejas de Hungría oriental capturadas en noche de luna llena.
Otras pruebas para desentrañar la calidad de los Stradivarius se han enfocado en la madera2, ya que, por ejemplo, se considera que, entre los años 1645 y 1715, en el Viejo Continente, hubo una “Pequeña Edad de Hielo” que pudo haber determinado la calidad de la madera existente y, por lo tanto, la producción de los mencionados instrumentos; empero, estas apreciaciones han sido cuestionadas debido a que, en algunos violines examinados, se han encontrado en la madera, anillos estrechos, en tanto que en otros lucen espaciados.
Por si fuera poco, en 2009, los fabricantes de violines Empa crearon un ejemplar biotecnológico, el cual enfrentaron con uno Stradivarius en una prueba a ciegas, frente a una audiencia, resultando ganadora su creación, cuya madera había sido tratada con un hongo que cambió su estructura celular; un descubrimiento que abría la posibilidad de fabricar instrumentos de gran calidad y a menor costo. Esta prueba propició que se comenzara a cuestionar la valía de los Stradivarius, aunque el ‘escándalo’ no trascendió… pues éstos poseen una historia y un apellido que los respalda.
En fin, seguramente, hay más estudios que especulan sobre la calidad sonora de instrumentos antiguos, y que están haciendo uso de la tecnología informática más avanzada para sacar sus conclusiones.
1 Lutier es una persona que construye, ajusta o repara instrumentos de cuerda frotada y pulsada.
2 Hechas por el científico Henri Grissino-Mayer (miembro del Anillo de árbol de América) y por el climatólogo Lloyd Burckle, y
publicadas en 2004.
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