Sabemos que una isla se define como una extensa porción de tierra rodeada por agua de mar. Algunos autores, añaden a la definición, que se trata de un área mayor a la de un islote, pero menor a la de un continente. Al conjunto de islas cercanas se le denomina archipiélago; mientras que un continente es una gran extensión de tierra, separada de otra, por océanos y por determinados accidentes geográficos.
Así pues, se reconoce que Groenlandia es una enorme isla, territorio autónomo de Dinamarca, que se encuentra entre los océanos Atlántico Norte y Ártico. Mide poco más de 2 millones de kilómetros cuadrados y pertenece al continente americano, en la región norte.
Por su parte, Oceanía es un continente, cuya superficie principal o la de mayor tamaño es el país de Australia (las islas de Nueva Guinea, Nueva Zelanda y los pequeños archipiélagos coralinos y volcánicos de Melanesia, Micronesia y Polinesia terminan de conformar la plataforma continental oceánica). Australia, tiene más de 7 millones de kilómetros cuadrados de extensión y es, por definición, una gran isla, pues está rodeada por las aguas de los océanos Pacífico e Índico, y está cerca de territorios asiáticos.
Entonces, si Groenlandia y Australia poseen características geográficas similares, ¿por qué la primera es considerada una isla, parte de un continente; mientras que la segunda, un continente en sí? La respuesta radica en que Groenlandia está incluida en una de las tantas placas tectónicas de América, la Norteamericana; en tanto que Australia y las islas aledañas comparten una misma placa, la Indoaustraliana.
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