Sarampión: la enfermedad más contagiosa del mundo
- Redacción Relax
- 2 jun
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El sarampión es una enfermedad viral aguda altamente infecciosa de distribución mundial, causada por el virus del sarampión, un miembro del género Morbillivirus, perteneciente a la familia Paramyxoviridae. Este virus de ARN monocatenario, posee un tropismo marcado por células del epitelio respiratorio, células del sistema inmune y tejido nervioso. Su transmisión ocurre principalmente por vía aérea, a través de gotículas respiratorias y aerosoles, siendo capaz de permanecer viable en el aire o sobre superficies por hasta dos horas. Con un número reproductivo básico (R₀) de entre 12 y 18, el sarampión se considera la enfermedad infecciosa humana con mayor capacidad de contagio.
Este virus se transmite por vía aérea a través de gotas respiratorias expulsadas al toser, estornudar o incluso hablar, una persona infectada puede contagiar hasta 18 personas susceptibles, convirtiéndolo en el patógeno más transmisible conocido en humanos.
También está presente sobre superficies infectadas, la cual puede seguir activa y conservar su capacidad infecciosa por hasta dos horas.
La infección comienza tras un periodo de incubación de aproximadamente 10 a 14 días. Los síntomas iniciales incluyen fiebre alta, tos, rinitis, conjuntivitis y dolor de articulaciones, seguidos por la aparición del característico exantema maculopapular que comienza en la cara y se extiende al resto del cuerpo. Antes de la erupción, pueden observarse las manchas de Koplik en la mucosa oral (manchas blancas en la parte interna de las mejillas), signo patognomónico de la enfermedad. El exantema se desarrolla entre el tercer y séptimo día de enfermedad y se resuelve con descamación.
El impacto va más allá de su cuadro cutáneo-respiratorio. Las complicaciones graves son comunes, especialmente en niños menores de cinco años y adultos.
La inmunosupresión inducida por el virus es profunda y duradera, y predispone a infecciones secundarias, particularmente neumonía, otitis media y diarrea grave. En casos graves, pueden desarrollarse complicaciones como ceguera, encefalitis postinfecciosa o panencefalitis esclerosante subaguda (PEES), una complicación neurodegenerativa letal que puede aparecer años después de la infección. La mortalidad es especialmente elevada en poblaciones con inmunodeficiencias y en menores de cinco años. La tasa de letalidad puede alcanzar hasta un 10% en países con sistemas de salud debilitados.
Desde el punto de vista epidemiológico, el sarampión es una enfermedad prevenible mediante vacunación. La vacuna triple viral (sarampión, rubéola y parotiditis) induce inmunidad humoral y celular de larga duración, con una eficacia del 93 % tras una dosis y del 97 % tras la segunda. Se recomienda una primera dosis al año de edad y una segunda entre los 4 y 6 años. La inmunidad comunitaria requiere al menos un 95 % de cobertura para evitar brotes. Sin embargo, factores como la falta de acceso a servicios de salud, los desplazamientos poblacionales, conflictos sociales y la desinformación han provocado una disminución de la cobertura en diversas regiones del mundo, lo que ha generado un resurgimiento de brotes incluso en países con sistemas de salud robustos.
El sarampión es una enfermedad viral, por lo que no hay un medicamento específico que lo cure, la mayoría de las personas se recuperan en 2-3 semanas. El tratamiento se enfoca en aliviar los síntomas y prevenir complicaciones.
Alivio de síntomas
· Reposo para permitir que el cuerpo se recupere.
· Hidratación con líquidos como agua y bebidas de rehidratación oral para prevenir la deshidratación por diarrea o vómitos.
· Uso de humidificadores o vaporizaciones para aliviar la tos y la dificultad para respirar.
· Medicamentos para la fiebre y el dolor.
Prevención de complicaciones
· Uso de antibióticos para tratar infecciones bacterianas secundarias como neumonía o infecciones de oído.
· Administración de dos dosis de vitamina A para ayudar a prevenir lesiones oculares y la ceguera. Vitamina A. Generalmente, se administra en una dosis alta, de 200 000 unidades internacionales (UI), a los niños mayores de un año.
· Concentrado de inmunoglobulinas: las personas con sistemas inmunitarios debilitados, las mujeres embarazadas y los bebés que están expuestos al virus pueden recibir una inyección de proteínas (anticuerpos) denominada inmunoglobulina sérica. Cuando se administra en un plazo de seis días después de la exposición al virus, estos anticuerpos pueden prevenir el sarampión o ayudar a que los síntomas sean menos graves.
Aislamiento
Se recomienda aislar a las personas con sarampión para evitar la transmisión a otras personas, especialmente a los niños y adultos que aún no están inmunizados contra el sarampión.
No obstante, se pueden tomar algunas medidas para proteger a las personas después de que hayan estado expuestas al virus administrando la vacuna, incluidos los bebés, dentro de las 72 horas de ocurrida la exposición al virus del sarampión. Si aun así el sarampión se manifiesta, suele tener síntomas más leves y dura menos tiempo.
A pesar de la disponibilidad de una vacuna eficaz desde 1963, el sarampión continúa siendo una amenaza global, especialmente en regiones con baja cobertura de vacunación.
La vigilancia epidemiológica activa, la confirmación virológica mediante RT-PCR y pruebas serológicas, y las campañas de vacunación masiva siguen siendo pilares fundamentales en los programas de eliminación del sarampión. La Organización Mundial de la Salud ha trazado como objetivo la eliminación global de la enfermedad, a través de un compromiso continuo en la inversión en salud pública, educación y confianza en las vacunas.
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