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  • Foto del escritorRedacción Relax

Carlos Ruiz Zafón, quien dejó el alma en los libros



Carlos Ruiz Zafón advirtió en La sombra del viento: “Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él”, una de las sentencias que el padre de Daniel, personaje principal, le advierte, al llegar al Cementerio de los Libros Olvidados; un preámbulo de su obra que nos invita como lectores a ir más allá, a interesarnos en el misterio de esos volúmenes, para los que el autor tenía un gran aprecio.


Fue así, como el escritor, nacido en Barcelona, en 1964, quien visitó las bibliotecas, y hojeó muchos ejemplares, y a todo pulmón vivió los rutilantes inicios de la era tecnológica que llevó a los e-books, a los audiolibros, a las descargas digitales y a otros hábitos literarios, dejó por sentada la importancia de la lectura, una tendencia a la que contribuyó sin duda, su pluma, primero juvenil, después adulta.


Hoy, ya no está. Entre quienes emigraron de este mundo en 2020, figura él; una partida prematura por su talento creativo, que hasta llegó a musicalizar, y que comenzó en 1992, simplemente porque siempre quiso ser escritor, ya que tenía muchas historias que contar, no con el afán de ser famoso o en un autor superventas, sino de ser leído y de vivir de ello. Y así fue… por casi tres décadas logró apasionar a muchos, vendiendo millones de ejemplares en todo el mundo.


El príncipe de la niebla (1993), El palacio de media noche (1994), Las luces de septiembre (1995), Marina (1999), La sombra del viento (2002), La mujer de vapor (2005), La trilogía de la niebla (2007), El juego del ángel (2008), El prisionero del cielo (2011), El príncipe de Parnaso (2012), Rosa de fuego (2013) y El laberinto de los espíritus (2016), son obras de título poético, cuya trama cumplió, porque como reconoció “el título es una promesa, es una imagen, una formulación que llama al lector”, una idea que le marcó un límite, y que supo respetar cabalmente.


Sus obras formaron sagas: El cementerio de los olvidados, integrada por La sombra del viento, El juego del ángel, El prisionero del cielo y El laberinto de los espíritus, y La trilogía de la niebla, formada por El príncipe de la niebla, El Palacio de la medianoche y Las luces de septiembre; títulos que vinculados por los personajes, la historia y la atmósfera sombría de Barcelona, a veces salpicada por la Guerra Civil, encumbraron al autor en el renglón de los consagrados.


De ello, cabe decir que La sombra del viento tuvo una aceptación paulatina en el público al paso del tiempo, consiguiendo colocarse como una de las obras en español más aclamadas en el mundo con más de 15 millones de ejemplares vendidos y traducciones a más de 36 idiomas, un éxito que solía apabullar al tímido autor, aun se dijera que era el español más leído después de Cervantes; quizá por ello buscaba la soledad y gustaba de los dragones, como su alter ego.



De corazón barcelonés y sueño angelino


Carlos Ruiz Zafón nació en Barcelona, España, el 25 de septiembre de 1964, y no tenía venia literaria, ya que sus padres Justo Ruiz Vigo, un agente de seguros, y Fina Zafón, dedicada al hogar, le dieron una vida normal ni alejada de los libros, pero tampoco muy asidua a ellos. Sólo tuvo un hermano mayor seis años, Javier, quien llegaría a ser directivo de empresa.


Carlos cursó estudios en el colegio de San Ignacio de Sarrià, y posteriormente la carrera de ciencias de la información, preparación que le llevaría a trabajar en el ámbito de la publicidad, llegando a empeñarse en la agencia publicitaria McCann WorldGroup, por varios años, hasta que decidió dedicarse a la literatura, un anhelo que tuvo desde pequeño, y tal vez, porque era el momento.


La explicación es que siempre le atrajo la narrativa, en los cómics, en el cine, y en cualquier contexto donde tuviera que usar palabras, imágenes, sonidos para explicar ideas e historias, para crear personajes y ambientes, “…esto es como magia, se puede hacer con papel y tinta. En una página de papel podemos crear mundos, universos, luz, personajes que están vivos”; ésta, por supuesto, fue una idea que reforzó durante su paso por el mundo de la publicidad “… es un mundo que está tocando a la literatura. Ahí aprendes a ver el lenguaje, las palabras como imágenes”.


Y así empezó todo en 1992, con El príncipe de la niebla, que publicada en 1993, le llevó a obtener el premio Edebé de narrativa juvenil; y con lo ganado, pudo mudarse a un sitio de donde venían muchas cosas que le gustaban y que llegaron durante su juventud como el jazz, la literatura, la novela negra, y el cine, por supuesto: Los Ángeles, California, una ciudad que no dormía y donde se acomodó perfectamente para evocar Barcelona, durante muchas noches que trabajaba, pues era nocturno. Ahí, Zafón era uno más de los famosos, por ello reconocía que encontró el mejor lugar para no ser nadie. Vivía con Mari Carmen Bellver, su pareja, una traductora quien sería su primera lectora y su crítica.


Esto ocurrió hasta el pasado 19 de junio, porque a la edad de 55 años, falleció a causa de cáncer de colon.


Paradójicamente, viviendo en la ciudad del cine y en parte atraído por éste, se esperaría que Ruiz Zafón permitiera que alguna de sus obras fuera llevada a la pantalla grande; la garantía la daban las altas ventas en papel, y contundentes guionistas que le hacían ofertas, pero él nunca aceptó.


Y es que consideraba que cada recurso artístico debía difundirse como fue concebido, así tal cual… seguramente para que no perder su esencia al ser evocado en la mente y la imaginación, beneficios que explicó, regala la lectura, la visita a esos mundos para que nunca lleguen al cementerio.


Así es que La ciudad de vapor, su última novela, publicada en noviembre pasado, de manera póstuma, es un agradecimiento a los lectores de El cementerio de los olvidados, un trabajo en el que se pueden sumergir para evocar las atmósferas a que acostumbró el autor, quien no olvidó nunca que una vez que un escritor aceptara el pago o el elogio de una historia, estaría condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya estaba perdido y su alma tendría un precio.


Y es que lejos de sentirse afectado por la fama que le dio la exitosa saga, todo el tiempo, sintió el peso de la responsabilidad como escritor, el compromiso de contar, de seguir, de no perderse; y seguramente no lo hará.


Carlos Ruiz Zafón es uno de los escritores contemporáneos, en idioma español más traducido, y a lo largo de su carrera escritor obtuvo 20 distinciones entre las cuales destacan: el ya mencionado Premio Edebé (1994), Premio al mejor libro extranjero en Francia (2004), Premio de la Fundación José Manuel Lara (2004) a la obra más vendida el año anterior, Premio Euskadi de Plata (2008) por el El juego del ángel, entre otros.

Portadas de libros: Cortesía de Grupo Planeta

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