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Moisés Zúñiga

Solsticio de verano. Antiguas tradiciones y creencias




El solsticio de junio o de verano marca el comienzo de esta estación del año, en el hemisferio norte. Este fenómeno astronómico ocurre cuando el Sol alcanza una máxima inclinación con respecto al ecuador, formando un ángulo de +23° 27’ para dicha mitad del globo terráqueo.

Es por esta inclinación que, durante este acontecimiento, el Sol transmite más luz, lo que ocasiona que ese día sea el más largo de todo el año, mientras que su noche, la más corta. Este 2022, el solsticio en el hemisferio norte ocurrirá el martes 21 de este mes, a las 11:13 horas UTC.


Para muchos, es tiempo de celebraciones, fiestas en la piscina, viajes de campamento y vacaciones en la playa, pero para otros, es un momento mucho más espiritual, impregnado de antiguas tradiciones de adoración al Sol, que, aquí, le vamos a describir.



La palabra ‘solsticio’ proviene del latín solstitium, que significa ‘Sol quieto o detenido’.


La llegada de Sirio, en el antiguo Egipto

El solsticio de verano era especialmente importante en el antiguo Egipto porque anunciaba la llegada de Sirio, la estrella más brillante del cielo nocturno. Cada año, poco después de que ocurría este fenómeno, el río Nilo se desbordaba y comenzaba la temporada de inundaciones, de la que dependía la población para cultivar la tierra.


Los egipcios creían que Sirio era el responsable de la inundación, por lo que establecieron su calendario en función de la aparición de dicha estrella en cielo. Tan pronto como los sacerdotes la veían brillar en el firmamento, declaraban el inicio del Año Nuevo.


El equilibrio para la China antigua

En la cultura más milenaria del mundo, el solsticio de verano se celebraba con un festival que honraba a la Tierra, la feminidad y al yin (en el solsticio de invierno se celebraba el yang). El concepto de yin yang, que sigue siendo fundamental para el pensamiento chino moderno, se deriva de la creencia de que las fuerzas de oposición son, en realidad, complementarias y están interconectadas en todos los aspectos de la vida.


Curiosamente, se creía que el yang alcanzaba su punto de máxima influencia durante el solsticio de verano, repitiéndose el patrón con su contraparte; es decir, en el festival de verano se celebraba la llegada del yin, el cual ganaría poder hasta alcanzar su apogeo en el solsticio de invierno. Honrar el equilibrio entre estas dos fuerzas fue y sigue siendo extremadamente importante en la cultura china porque, si no están sincronizadas y se produce un desfase, se producirán catástrofes, como inundaciones, sequías y plagas.


Un período de duelo para los mesopotámicos

En Mesopotamia, este suceso era un duelo. En la ciudad de Babilonia, por ejemplo, el solsticio significaba calor intenso, enfermedad y hambruna, de manera que lo veían como una temporada de destrucción; por ello, lo asociaron con el poder creciente de Nergal, dios de la guerra y la pestilencia, relacionado con la muerte.


Asimismo, celebraban un funeral de seis días, para Tammuz, el dios de la comida y la vegetación, porque se suponía que éste debía morir cada año, durante ese período. La creencia en Tammuz y el tiempo de duelo ritual se llevaron a cabo en toda Mesopotamia hasta la época bíblica de Ezequiel; y hoy, el cuarto mes del calendario hebreo es el de Tammuz.


Prosperidad para los pueblos germánicos

Los antiguos pueblos eslavos, celtas y germánicos, así como los vikingos, organizaban un festival durante el solsticio de verano, en el que había banquetes y grandes hogueras. Debido a que se creía que era un momento de mucho poder, los vikingos realizaban gran parte de sus transacciones comerciales y legales alrededor de este tiempo. En la antigua Galia, la celebración se llamaba Fiesta de Epona y honraba a una diosa yegua de la fertilidad, que protegía a los caballos.


Un tiempo para honrar a los dioses

De acuerdo con algunos calendarios griegos antiguos, este día marcaba el comienzo del Año Nuevo e iniciaba la cuenta regresiva para la apertura de los Juegos Olímpicos. También, se llevaba a cabo la Cronia, un festival que celebraba a Cronos, dios de la agricultura. El estricto código social de los griegos cambiaba temporalmente durante la Cronia; los esclavos participaban en la fiesta como iguales a sus amos e, incluso, hasta eran atendidos por ellos.


Los antiguos romanos, por su parte, celebraban la Vestalia, una fiesta religiosa en honor a Vesta, diosa del hogar. Durante ésta, las mujeres casadas podían ingresar al templo de Vesta y dejarle ofrendas a cambio de bendiciones para sus familias.


Los indios norteamericanos veneraban al Sol

Las tribus nativas americanas celebraban este evento con grandes fiestas y bailes en honor al Sol. Una de las más documentadas y elaboradas es la del pueblo de los sioux, que continúa hasta el día de hoy. Se llama Wi wanyang wacipi, que se traduce como ‘danza de mirar fijamente al Sol’, que se centra en torno a un álamo sagrado, erigido en medio de un círculo ritual.


El árbol es considerado una conexión visible entre los cielos y la tierra. Los tipis –tienda cónica hecha de pieles de animales– rodeaban al árbol, para representar el cosmos. Los participantes ayunaban durante el baile, mientras sus cuerpos eran decorados con los colores simbólicos: el rojo, que representaba a la puesta de sol; el azul, al cielo; el amarillo, a los relámpagos; el blanco, a la luz; y el negro, a la noche.


Independientemente de sus tradiciones o de dónde se encuentre cuando llegue el solsticio de verano este año, hay muchas maneras de recibirlo. Puede ser parte de una celebración local o invitar a sus amigos y familiares a un día de playa. No importa lo que haga, al final, estará participando en una antigua tradición.



Se piensa que el Stonehenge, un círculo formado por grandes piedras rectangulares, dispuestas de manera vertical, en Gran Bretaña, probablemente, fue creado para indicar el solsticio de verano, entre los años 3000 a. C. Hoy, es uno de los monumentos arqueológicos más famosos del mundo para esta celebración, con miles de personas que se reúnen para presenciar la salida del sol, justo entre las rocas.


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