Las nuevas tecnologías han traído cambios importantes en la forma en que se crean los libros, se comercializan y en que los lectores acceden a ellos. Después de décadas de estar confinados a los medios de impresión tradicionales, como los volúmenes de tapa dura y rústica, la industria literaria está ampliando sus horizontes hacia la digitalización.
En nuestros días, podemos acceder a diversos títulos tanto en formato digital como impreso; dando a los lectores la opción de elegir entre el placer y la aventura de hojear un libro físico o la sencillez de dar un clic y scroll para recorrer sus páginas dentro de dispositivos compactos, como las tabletas o los celulares.
Y aunque vivimos en una época en la que muchas voces se han unido para predecir la muerte de la imprenta, los libros físicos continúan reinventándose de formas nuevas e inesperadas. En medio de este escenario multimedia, han surgido tendencias como el bookishness, que está tomando relevancia, especialmente, entre las nuevas generaciones aficionadas al mundo digital, los dispositivos electrónicos, las redes sociales y las selfies.
¿Qué es bookishness?
Se refiere al interés de una persona por mantener la proximidad a los libros. Es un término derivado de “libresco”, palabra que suele usarse para referirse a aquellos que leen mucho. Sin embargo, bookishness va más allá, poniendo de manifiesto una urgencia y una especie de intensidad en ese apego y afiliación a los libros físicos en la era digital; extendiendo esa afición a otros formatos y espacios físicos.
“Hay una larga historia de amar los libros y coleccionar libros, afiliarse e identificarse a través de los libros… Esto es lo que describo como actos creativos que involucran la fisicalidad del libro dentro de una cultura digital, en modos que pueden ser sentimentales, fetichistas, radicales”, así define este fenómeno Jessica Pressman, profesora asociada de inglés y literatura comparada en la Universidad Estatal de San Diego y autora del libro Bookishness: loving books in a digital age (2020).
Esta tendencia de la afición a los libros puede trasladarse a cualquier tipo de mercancía que haga referencia a ellos o a su contenido, como almohadas decorativas con citas de Octavio Paz; una chamarra de diseñador, con botones impresos con el rostro de Harry Potter; un sillón forrado con la portada del nuevo libro de Haruki Murakami; o bien, algún aficionado que decida codificar con colores sus enormes estanterías o bordar algunas líneas de sus poemas favoritos.
Para estos amantes de los libros físicos, no basta con mostrar que poseen el ejemplar –incluso, sin haberlo leído-, es aún más importante hacerlo presente en todas partes. Su premisa, sin duda, es que estos materiales no son sólo para leer.
Su presencia en la cultura digital
Bajo la idea del bookishness, los libros físicos están lejos de desaparecer; por el contrario, hay muchas razones para pensar que no lo harán, a pesar del declive en las ventas de las tiendas físicas, como el lugar estándar para distribuirlos.
Aunque es clara la proliferación de dispositivos y aplicaciones para leer libros digitalmente, bookishness ha generado una serie de prácticas creativas centradas en el libro físico, que le están dando un valor no antes imaginado en el mundo tradicional.
Por ejemplo, youtubers, tiktokers, instagrammers y otros influenciadores digitales han utilizado su papel como figuras públicas, con un gran número de seguidores en redes sociales, para dar al libro físico un nuevo aire. ¿Habría imaginado que su título favorito fuera comentado por un par de jóvenes con tatuajes en las manos y piercings en las orejas? Pues esto será cada vez más común como parte del bokishness.
Por si esto le sonara extraño, diversos escritores se están poniendo al día con esta tendencia. Y es que, hasta cierto punto, se ha convertido en una estrategia de promoción que le viene muy bien a una industria que batalla en un mercado donde los consumidores, cada día, leen menos.
“Una de las cosas más importantes para un solo libro puede ser que una celebridad importante publique sobre él en las redes sociales”, afirma Morgan Hoit, gerente asociado de marketing de Avid Reader Press, editorial que publicó el libro Bookishness: LovingBooks in a Digital Age “Un club de lectura con el sello de aprobación de una figura pública importante tiene efectos significativos tanto en las ventas como en la respuesta cultural a un libro”, añadió.
Bookishness no es sólo la nostalgia por las obras en físico; se trata de un nuevo escenario en el que la brecha entre los medios impresos y los digitales está cada vez más cerrada, y los lectores más fervientes son propensos a cruzar las fronteras, yendo de un lugar al otro.
Comentários