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  • Hedy Hernández

Catedral Metropolitana de la Ciudad de México

Majestuoso recinto colonial




La Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos, en la Ciudad de México, es la sede de la Arquidiócesis Primada y está ubicada en el lado norte del zócalo, a un costado del Palacio Nacional, en una superficie de cerca de 20 mil metros cuadrados.


Mide, aproximadamente, 124 metros de largo por 61 de ancho, con un área de 7 mil 564 metros cuadrados de construcción y un peso estimado de 127 mil toneladas, y su estructura tiene forma de una cruz latina.


En el costado oriente, se encuentra el Sagrario, construido a modo de una cruz griega, que mide, aproximadamente, 47 metros de ancho por 48 de fondo, ocupando un área de 2 mil 256 metros cuadrados y con una altura total de 34 metros.


La catedral presenta cuatro fachadas, en las que se abren portadas flanqueadas por columnas y estatuas. Las torres tienen una altura de entre 64 y 67 metros y poseen un remate en forma de campana, que termina con una esfera coronada por una cruz. Las esferas contienen cruces, monedas de la época, relicarios, oraciones y testimonios autorizados por el Cabildo de la Catedral.


Cada torre tiene ocho esculturas colosales, que representan a santos protectores de la ciudad: cuatro doctores de la Iglesia occidental y cuatro de la Iglesia española. Las estatuas en la torre poniente representan a Gregorio VII, a San Agustín, a Leandro de Sevilla, a Fulgencio de Cartagena, a San Francisco Javier y a Santa Bárbara; las de la torre oriente, a Emilio, a Santa Rosa de Lima, a Santa María, a San Ambrosio I, a San Jerónimo, a San Felipe de Jesús, a San Hipólito y a San Isidro Labrador.


Entre las dos torres, hay capacidad para albergar 56 campanas, aunque, al día de hoy, son 35 las que han sido colocadas, siendo la torre poniente la que tiene mayor número de ellas. Cada campana recibe un nombre y su peso se mide en quintales o en arrobas. La más grande se llama Santa María de Guadalupe y pesa alrededor de 13 toneladas. A la más antigua se le conoce como Santa María de la Asunción (también referida como Doña María), con un peso aproximado de siete toneladas; mientras que la más nueva data del año 2002 y fue colocada con motivo de la canonización de Juan Diego y bendecida por el papa Juan Pablo II.


Dentro de la parte superior de cada torre, hay escaleras de madera, de forma elipsoidal –de las cuales hay muy pocos ejemplos en el mundo–, que sólo son usadas por los campaneros.


La fachada principal está conformada por tres accesos, ya que la catedral cuenta con cinco naves en su planta: una central, dos procesionales y dos criptocolaterales. La puerta de la nave central se llama ‘puerta jubilar’ y permanece cerrada; sólo se abre cuando, precisamente, hay año jubilar, es decir, cada cuarto de siglo, cada que muere un arzobispo y cuando toma posesión otro, o cuando tenemos visita del sumo pontífice. La próxima apertura será en 2025.



Historia de su construcción

Terminada la conquista de México, Hernán Cortés, en 1524, ordenó al maese Martín de Sepúlveda, maestro de obras y albañil de la ciudad, la construcción de una iglesia, utilizando las piedras de los templos indígenas destruidos. La primera piedra fue puesta ese mismo año, por el conquistador, justo en el cruce de las calzadas que conducían al centro espiritual de los mexicas, donde, hoy, están los jardines del Templo Mayor. La nueva edificación estaba orientada con la entrada principal al poniente, y el campanario, hacia el oriente.


En 1530, fue elevada a catedral, por acuerdo del emperador Carlos V y el papa Clemente VII, y finalmente, en 1547, se le otorgó el rango de ‘metropolitana’ debido a que es la sede del arzobispo.


En 1573, se inició una remodelación –ya que era pequeña y se pretendía que la edificación fuera majestuosa–, dándole una reorientación sur-norte. Esta primera catedral fue demolida en 1626 y se habilitó la primera sacristía del templo catedralicio para la celebración de los oficios.


En un principio, se pensó en edificar otra catedral, tomando como referencia la de Sevilla, pero el agua de la laguna no permitía hacer cimientos fijos, por lo que se decidió construirla como la de Segovia o la de Salamanca. El arquitecto Claudio de Arciniega se basó en el trazo, con las mismas dimensiones y agregó una pequeña ampliación en la sacristía y la sala capitular.


El proyecto original de Arciniega consideraba que las naves estuvieran techadas con madera y el campanario se ubicara en el ábside, pero fue modificado posteriormente, de acuerdo al modelo propuesto por Juan Miguel de Agüero, considerando un techado con bóvedas, la inclusión de una cúpula principal y dos torres localizadas al frente del templo.


En 1629, una gran inundación en la Ciudad de México provocó la suspensión de las obras del templo durante seis años. Para 1792, se demolió un muro que circundaba la catedral y el cementerio, sustituyéndose con postes y cadenas. En 1813, el arquitecto Manuel Tolsá concluyó las torres, la fachada y la cúpula, haciéndola más alta y más esbelta. En la portada, rematando el cubo del reloj, al cual le dio el volumen correspondiente, se encontraban las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad, elaboradas, también, por él.


En la edificación del monumento, participaron 16 arquitectos y 2 mil trabajadores, en un período de 300 años.


El interior de catedral

Tiene diferentes estilos arquitectónicos, característicos de cada época, pasando por el herreriano, el gótico, el renacentista, el neoclásico hasta llegar al barroco, en sus diferentes versiones.


Las puertas laterales corresponden a las naves procesionales que dan acceso al interior, mientras que las otras dos naves son criptocolaterales; detrás de éstas, se encuentran siete capillas de cada lado, haciendo un total de catorce.


Detrás de la nave central, hay tres altares; el primero es el ‘Altar del Perdón’, que se enmarca con un retablo, de estilo barroco, de Jerónimo de Balbás y tiene la imagen del Cristo del Veneno, cuyo oscurecimiento se debe a que está hecho de caña de azúcar.


Posteriormente, se encuentra el coro, que tiene dos niveles de asientos: el alto, para los canónigos, y el bajo, para los acólitos. En la parte superior, se encuentran figuras talladas de obispos y santos; cuenta con un soporte de caoba, adornado con piezas de marfil, que se usa para sostener los libros del coro y que proviene de Filipinas, en aquel entonces, colonia de España.


En la zona alta de la sede del obispo, se encuentran, también, los órganos dieciochescos más grandes del continente: el de la Epístola, mandado a hacer a España y construido por Jorge Sesma, en 1695, y el del Evangelio, elaborado en México, por José de Nasarre, y terminado en octubre de 1735. Este espacio está resguardado por una reja de tumbaga y calain, fabricada en Macao, China, y estrenada en 1730.


Luego, se encuentra el ‘Altar Mayor’, que ha sido cambiado en diversas ocasiones. Al fondo, se ubica el ‘Altar de los Reyes’, que fue la primera muestra del barroco churrigueresco en América, consagrado en 1737; debe su nombre al cuadro de la adoración de los Reyes y a las doce esculturas de los monarcas que llegaron a ser santos.


La sacristía, de estilo gótico flamígero, con pinturas monumentales, está en el muro oriente y contiene las vestiduras antiguas de los sacerdotes que antecedieron y una gran cantidad de reliquias que fueron enviadas a México, por la Santa Sede.


El edificio contiguo a la catedral, en su costado este, es el Sagrario Metropolitano, una joya arquitectónica de estilo barroco, construida entre 1749 y 1760, conectado a la catedral a través de la capilla de San Isidro. Inicialmente, tenía la función de albergar los archivos, libros y vestimentas de arzobispos, pero, después, fue un lugar específico para la eucaristía.





Una visita subterránea


El descenso de los arzobispos: Cuando muere un arzobispo y los ritos funerarios se realizan en la catedral, sus restos descienden directamente desde el 'Altar de los Reyes' hacia la cripta arzobispal, a través de una reja triangular de bronce.


Laberinto de nichos: Para ingresar a la cripta arzobispal, hay que pasar por un laberinto de pasillos angostos, en cuyas paredes están incrustados cerca de diez mil nichos funerarios. La distribución de estos pasadizos sigue el orden en el que se encuentran las 14 capillas laterales de la catedral.


El acceso a cripta arzobispal: La cripta tiene la forma de un hemiciclo, con el techo recubierto de oro, y en la bóveda está la cruz de Jerusalén, señalando los cuatro puntos del universo, de acuerdo con la cosmovisión prehispánica. En el centro, se encuentra un altar de cantera, con una calavera prehispánica incrustada; atrás, hay 79 nichos, que resguardan, debajo del altar principal, los restos de todos los arzobispos que han dirigido la Arquidiócesis Primada de México, desde la época colonial. Varios de los nichos ocupados están sellados con láminas de bronce. Tiene como puerta de acceso una placa de la lápida del arzobispo Don Juan de Mañozca; en un lado, el escudo de armas de España, y en el otro, la biografía del arzobispo.


Los pudrideros o catafalcos: Es una sección de la cripta, con cuatro gavetas, conocidas como catafalcos o pudrideros. Cuando un arzobispo muere, no es incinerado, sino que su féretro es depositado dentro de un catafalco, en donde permanece cerca de veinte años o hasta que sus restos puedan ser exhumados para trasladarlos a su nicho correspondiente dentro de la cripta.


El arzobispo que se niega a partir: Se trata del cuerpo del monseñor Darío Miranda Gómez, quien estuvo al frente de la Arquidiócesis, de 1956 a 1977. Varios años después de su muerte, cuando iban a exhumar su cuerpo, descubrieron que éste casi no presentaba signos de descomposición. Por esta razón, decidieron trasladar sus restos a una de las capillas superiores, para estudiarlo y tratar de descubrir las causas de este fenómeno. Actualmente, ya se encuentra en su propio nicho.


Tumba de Fray Juan de Zumárraga: Fue el primer obispo y arzobispo de México; sus restos se encuentran en el sarcófago que se levanta justo en el centro del recinto.


Los guardianes de la cripta: Son dos enormes esculturas de madera, talladas en una sola pieza. A ciencia cierta, no se sabe si son la representación de santos o monjes.


Troncos de ahuejotes: En el sótano, como una especie de soporte, sobresalen troncos de ahuejotes, de más de 400 años, que aún se encuentran en buen estado. La madera de estos árboles tiene la peculiaridad de no pudrirse mientras se encuentra bajo el agua.


La pirámide dedicada a Ehécatl-Quetzalcóatl, dios del viento: Fue descubierta hace, apenas, unos años, justo atrás de la catedral. Abarca un cuadrado de cerca de 500 metros. Sobre los restos de esta pirámide, se encuentra la cripta de los arzobispos.


Sin duda, la Catedral Metropolitana es un tesoro colonial emblemático, de majestuosas proporciones, que la convierten en una obra maestra y en la más grande de Latinoamérica.



Algunos datos sobre la catedral
· El 21 de julio de 1822, fue sede de la coronación de Agustín de Iturbide como emperador de México.
· En 1825, las cabezas de los héroes de la Independencia de México –Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez– fueron trasladadas desde la Parroquia de Santo Domingo hasta la Catedral Metropolitana, en una ceremonia solemne.
· El 12 de junio de 1864, Maximiliano de Habsburgo y Carlota asistieron, por primera vez, a la catedral, a una misa de acción de gracias.
· Entre 1926 y 1929, permaneció cerrada debido a las hostilidades de la Guerra Cristera.
· En 1967, sufrió un incendio que causó importantes daños: el coro, los altares del Perdón y de los Reyes, las pinturas de artistas novohispanos, libros e, incluso, los órganos. Fueron necesarios más de 10 años, para concluir la restauración del templo.
· El 26 de enero de 1979, la catedral recibió, por primera vez en la historia, a un pontífice de la Iglesia católica, el papa Juan Pablo II.
· Entre 1993 y 1998, se realizaron importantes trabajos para la estabilización del monumento, que presentaba peligrosas inclinaciones en sus torres y en otras áreas.
· El 13 de febrero de 2016, la catedral dio la bienvenida, por segunda vez, al líder supremo de la Iglesia católica, el papa Francisco.


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