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El Día de Muertos en México: una tradición viva que celebra la memoria y la vida 

  • Hedy Hernández
  • 2 nov
  • 7 Min. de lectura
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Pocas celebraciones mexicanas son tan profundas, coloridas y reconocidas en el mundo como el Día de Muertos. Más que una costumbre, es un patrimonio cultural y espiritual, una fiesta de encuentro entre los vivos y los que ya partieron.

 

Raíces que nacen antes de la conquista

Las culturas mesoamericanas —mexicas, mayas, zapotecas, purépechas y otras— rendían culto a la muerte y a sus antepasados. La muerte no era el final, sino una transición hacia otro plano de existencia.

 

Los mexicas creían que el alma de una persona viajaba al Mictlán, el inframundo, donde emprendía un largo recorrido lleno de pruebas hasta alcanzar el descanso eterno. Por eso, cuando alguien moría, se le enterraban objetos personales, alimentos y ofrendas que pudieran servirle en ese viaje.

 

En el calendario mexica, el Miccailhuitontli (fiesta de los muertos pequeños) y el Hueymiccailhuitl (fiesta de los muertos grandes) se celebraban entre julio y agosto. Estas festividades estaban dedicadas a Mictecacíhuatl, la “Dama de la Muerte”, y a Mictlantecuhtli, señor del inframundo.

 

Con la llegada del cristianismo, las fechas se adaptaron al calendario católico y se fusionaron con el Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre).

 

Así nació el sincretismo que hoy conocemos: una mezcla de creencias indígenas y católicas, donde la cruz convive con el cempasúchil, las velas con el copal, y el pan de muerto con el incienso.

 

El altar de muertos: un puente entre mundos

Su propósito es dar la bienvenida a las almas que regresan del más allá para convivir un día más con sus seres queridos.

Cada nivel es una guía para que las almas encuentren el camino de regreso al mundo de los vivos.

 

·       Dos niveles: representan el cielo y la tierra.

·       Tres niveles: simbolizan cielo, tierra e inframundo.

·       Siete niveles: evocan las etapas que el alma atraviesa para alcanzar la paz eterna.

 

Los elementos principales incluyen los cuatro elementos de la naturaleza, que se representan con objetos específicos:

 

1.     Agua: Un vaso o jarrón con agua para saciar la sed de las almas en su largo viaje.

2.     Aire: Representado por el papel picado, que simboliza la fragilidad de la vida y la alegría de la fiesta.

3.     Fuego: Las velas y veladoras guían el camino de las almas hacia el altar y alumbran su camino de regreso.

4.     Tierra: Representada por las flores de cempasúchil y las semillas, que simbolizan la cosecha.

 

Otros elementos importantes:

 

1.     Mantel blanco: donde se coloca la ofrenda.

2.     Fotografía del difunto: colocada en la parte más alta, como homenaje.

3.     Veladoras y cirios: su luz guía el regreso de las almas. SI se ponen cuatro en forma de cruz representan los puntos cardinales para que el ánima pueda orientarse y encuentre su camino a casa.

4.     Flores de cempasúchil: su color naranja simboliza el sol y su aroma atrae a los muertos a las casas de sus seres queridos.

5.     Copal e incienso: purifican el ambiente de malos espíritus para que el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.

6.     Calaveras: representan la muerte como la condición efímera del ciclo de la vida. A menudo llevan el nombre del difunto.

7.     Papel picado: representa el aire y la fragilidad de la vida.

8.     Comida y bebida: los platillos favoritos del difunto para acompañar su viaje con sabores que le recuerden a su hogar.

9.     Objetos personales: para crear una conexión con el alma de la persona y reconocer su paso por la vida.

10.  Pan de muerto: simboliza el ciclo de la vida.

11.  Sal: purifica el espíritu y para que el alma no se corrompa.

12.  Agua: calma la sed del alma tras su largo viaje.

13.  Cruz de ceniza, semillas o cal: sirve para que al llegar el ánima hasta el altar pueda expiar sus culpas pendientes.

14.  Perro xoloitzcuintle: ayuda a las almas a cruzar el río Chiconahuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.

15.  Mariposas Monarca: simbolizan el alma de los difuntos; anuncian la llegada de las almas al mundo de los vivos.

16.  Petate: para que el ánima descanse.

 

Cada elemento tiene un propósito espiritual, y su conjunto forma una especie de puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

 

 

El calendario del más allá

En muchas regiones se colocan las ofrendas del Día de Muertos desde el 27 de octubre como homenaje para las mascotas fallecidas, el 28 para los que perecieron en accidentes, el 29 para las ánimas olvidadas y del purgatorio, y el 30 y 31 de octubre para los niños que murieron sin ser bautizados. El 1 de noviembre se dedica a los niños difuntos o angelitos, mientras que el 2 está reservado para los adultos fallecidos.

 

 

México entero honra a sus muertos

Cada rincón del país tiene su manera de rendir homenaje a sus muertos. A continuación, un recorrido por las celebraciones más emblemáticas:

 

Baja California y Baja California Sur

Se organizan concursos de catrinas, altares en espacios públicos y festivales de arte.

 

Campeche

En pueblos como Pomuch, las familias limpian los restos óseos de sus difuntos y los colocan nuevamente en sus cajas, decoradas con manteles bordados. Este rito, llamado “lavado de huesos”, es una de las costumbres más singulares del país.

 

Chiapas

Además de los rituales tzotziles, en lugares como San Cristóbal de las Casas se mezclan elementos católicos con tradiciones indígenas. Las tumbas se adornan con flores y veladoras durante toda la noche.

 

 

Ciudad de México

Se instalan ofrendas en museos y plazas y se realiza el desfile de catrinas. En barrios como Mixquic, Xochimilco o San Andrés Totoltepec, las celebraciones conservan un tono profundamente tradicional.

 

Chiapas

En San Juan Chamula, los altares se adornan con pinos y velas, y las familias rezan según sus costumbres tzotziles.

 

Durango, Coahuila y Chihuahua

La festividad combina tradiciones indígenas y cristianas. En Chihuahua, algunos pueblos tarahumaras mantienen ceremonias propias para honrar a sus antepasados.

 

Estado de México

En pueblos como Malinalco, Metepec y Toluca, las calles se llenan de tapetes de aserrín y flores. En Toluca se celebra la Feria del Alfeñique, donde se venden figuras de azúcar de todas formas y tamaños.

 

Guerrero

En regiones como Taxco y Tlacotepec, los altares se levantan con flores moradas y blancas, y se acostumbra velar a los difuntos con música y comida durante toda la noche. En la Costa Chica, las danzas afro-mestizas son parte esencial de la fiesta.

 

Hidalgo

En el Valle del Mezquital, las comunidades otomíes colocan ofrendas con frutas, velas y tamales. En Tenango de Doria, los altares se adornan con bordados coloridos, reflejando la identidad artesanal del pueblo.

Jalisco

En Guadalajara se organizan altares en el Panteón de Belén y festivales culturales. En pueblos como Tlaquepaque, se mezclan las tradiciones con arte popular y exposiciones.

 

Michoacán – Janitzio y Pátzcuaro

El Lago de Pátzcuaro se ilumina con cientos de velas. Las comunidades purépechas preparan altares en las tumbas, y las mujeres visten sus rebozos mientras los hombres tocan guitarras y cantan pirekuas. La isla de Janitzio es uno de los lugares más representativos del Día de Muertos en todo México.

 

Morelos

Los altares están llenos de papel picado, flores y calaveras.

 

Nayarit

En las comunidades coras y huicholas, el Día de Muertos mantiene un carácter ritual. Se ofrecen alimentos a los ancestros y se realizan danzas sagradas.

 

Oaxaca

Se colocan altares monumentales, se organizan comparsas y concursos de calaveras. En los cementerios, hay flores, pan, mezcal y música de banda. En pueblos como Etla o Mitla, las procesiones nocturnas son verdaderos desfiles de color y tradición.

 

Puebla

En Huaquechula destacan los altares monumentales de tres niveles, decorados con telas blancas, flores y fotografías. Son ofrendas dedicadas especialmente a los difuntos recientes, y cada detalle se elabora con gran respeto.

 

Querétaro

Elaboran ofrendas públicas en plazas y jardines. También se realiza el Festival de las Ánimas, con conciertos, desfiles y exposiciones.

 

Quintana Roo y Yucatán

En los pueblos mayas se celebra el Hanal Pixán, que significa “comida de las ánimas”, con altares con manteles bordados y velas blancas, decorados con flores de xpujuc y fotografías, y ofrendas que incluyen pan dulce, frutas y pibipollos (tamales grandes cocidos bajo tierra).

 

San Luis Potosí

En la región huasteca se celebra el Xantolo, una de las fiestas más alegres y auténticas. La gente baila disfrazada de viejos o calaveras, y los altares se decoran con arcos de cempasúchil y velas.

 

Sinaloa

Se celebra con música de banda en los panteones. Las familias comen, brindan y conviven con los difuntos, en una mezcla de solemnidad y alegría.

 

Sonora

En la región yaqui, la festividad se fusiona con sus rituales ancestrales. Se cree que las almas regresan en forma de viento, por lo que se encienden velas en su honor.

 

 

 

Tabasco

Se levantan altares con frutas, tamales y velas. En algunas comunidades se organizan rezos colectivos y procesiones nocturnas.

 

Tlaxcala

Las casas se decoran con tapetes de flores y cempasúchil, y las ofrendas incluyen pan, mole y frutas. En algunos pueblos se realizan desfiles de calaveras vivientes.

 

Veracruz

En la región totonaca se celebra el Miquixuitl, con danzas, música y comida típica. En los Tuxtlas, las comunidades organizan el Xantolo, una mezcla de tradiciones indígenas y cristianas que incluye comparsas, máscaras y ofrendas comunitarias.

 

Zacatecas

Se realizan desfiles, ofrendas colectivas y concursos de calaveras literarias. En los pueblos, las familias visitan los panteones con música de tambora.

 

 

Un patrimonio que trasciende fronteras

En 2008, la UNESCO declaró al Día de Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, reconociendo su valor universal como una tradición viva que refuerza el sentido de identidad colectiva.

 

El Día de Muertos es una declaración de amor a la vida y a la memoria, un recordatorio de que aquellos a los que amamos nunca se van del todo mientras los tengamos presentes.

 

 

 

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