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La iglesia que corona una pirámide

  • Hedy Hernández
  • 2 dic
  • 6 Min. de lectura


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Si hay un lugar en México donde la historia se siente literalmente bajo los pies, ése es San Pedro Cholula, en el estado de Puebla. Este lugar lleno de magia ofrece colores, tradición, y un punto que sobresale no sólo en el paisaje, sino en la imaginación colectiva: la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, construida sobre la pirámide más grande del mundo por volumen, un coloso prehispánico que ha sobrevivido imperios, conquistas, temblores y siglos de silencio.

 

Hablar de Cholula es hablar de capas: capas de tierra, de cultura, de creencias superpuestas. Aquí los siglos no borran lo anterior, lo tapan, lo adornan, lo reinterpretan. Y la mejor prueba es esta extraordinaria combinación de arquitectura indígena y española que domina el valle.

 

Cholula: la ciudad donde los dioses se quedaban de visita


Cholula es una de las ciudades vivas más antiguas de América, con alrededor de 3,000 años de ocupación continua. Para los pueblos mesoamericanos tenía un significado especial: se creía que había sido fundada por gigantes o por los primeros hombres después del diluvio —dependiendo de la versión— y que sus templos comunicaban directamente con el plano divino.

 

Los mexicas la llamaban Tollan-Cholollan, “el lugar donde huyen o se dispersan”, aunque puede interpretarse también como “lugar de refugio”. Para otras culturas era simplemente “la ciudad sagrada”.

 

Al llegar los españoles, se calcula que Cholula tenía unos 40,000 templos, cada barrio tenía su dios, su santuario y su ritual. Era como un enorme campus religioso que nunca dormía.

 

La gran pirámide: no la más alta, pero sí la más grande del mundo


Cuando se dice “pirámide”, muchos piensan de inmediato en Teotihuacán o en Chichén Itzá. Pero la pirámide de Cholula, oficialmente llamada Tlachihualtépetl (que significa cerro hecho a mano) es más masiva que todas.

 

Aquí van los números:

·       400 m por lado en su base

·       66 m de altura

·       4.5 millones de metros cúbicos de volumen

 

Es tan grande que durante siglos la gente pensó que era un cerro natural. Incluso hoy, vista desde lejos, parece una colina con una bonita iglesia arriba.

 

Fue construida en varias etapas, desde el año 200 a.C. hasta 800 d.C., y cada civilización que pasó la fue ampliando, envolviendo la estructura anterior.

 

La pirámide estaba dedicada a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, símbolo de conocimiento y civilización. Era un centro de enseñanza, de culto y de peregrinaje.

 

La llegada de los españoles y el giro inesperado


En 1519 todo cambió. Hernán Cortés llegó con sus aliados indígenas a Cholula. Las crónicas cuentan que los cholultecas planeaban un ataque contra los españoles; otras versiones dicen lo contrario, que Cortés inventó esa excusa para justificar la matanza que vino después. Lo cierto es que ocurrió un episodio oscuro: la matanza de Cholula, donde murieron miles de habitantes.

 

A partir de ese momento, los españoles decidieron “purificar” el lugar y reemplazar los templos prehispánicos por iglesias católicas. Y aquí surge una de las teorías más repetidas: que Cortés ordenó construir 365 iglesias, una por cada día del año, en el mismo número de templos indígenas que había.

 

La más simbólica, la que se erigió justo sobre la gran pirámide, fue la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios.

 

La iglesia sobre la pirámide: historia, fe y un poco de terquedad española


La iglesia se construyó a partir de 1594 en lo alto del monte porque esa cima tenía una carga espiritual enorme para los pueblos indígenas. Colocar un templo cristiano encima era una manera clara de afirmar el dominio religioso español. Una señal física —y simbólica— de que un nuevo orden llegaba para quedarse.

 

Pero también hubo otro motivo práctico: desde la cima se domina todo el valle, y la vista es sencillamente espectacular.

La iglesia es de estilo barroco sencillo, con interiores cálidos y un altar dedicado a la Virgen de los Remedios, considerada protectora de los españoles desde los primeros años de la conquista.

 

Su fiesta principal es el 1 y 8 de septiembre, cuando miles de personas suben el cerro para rendirle homenaje entre música, pólvora y puestos de comida.

 

Con el tiempo, el templo se volvió parte esencial de la identidad de Cholula.

 

Las leyendas que envuelven a Tlachihualtépetl


Un sitio así no podría estar libre de historias fantásticas.

 

Según una antigua leyenda recopilada por Fray Toribio de Benavente, la pirámide fue levantada por gigantes que habitaban el valle. Estos seres, al ver la altura del sol después del diluvio, decidieron construir un templo tan grande que compitiera con los cielos.

 

Otra leyenda cuenta que los españoles intentaron construir la iglesia en un terreno plano, pero cada mañana encontraban lo levantado tirado en el suelo. Alguien dijo que habían visto una luz en lo alto del cerro, y los sacerdotes concluyeron que la Virgen quería que el templo estuviera ahí arriba.

 

También, se dice que la pirámide está atravesada por kilómetros de túneles secretos, algunos excavados por los antiguos cholultecas y otros por órdenes religiosas. Que en ellos hay cámaras ocultas, tesoros, espíritus y hasta guardianes sobrenaturales.

 

En la realidad, el INAH excavó más de 8 km de túneles durante el siglo XX, pero sólo una parte es accesible al público.

 

¿Por qué la pirámide parece un cerro?


La estructura está hecha principalmente de adobe y tierra apisonada, fue abandonada y cubierta por vegetación durante siglos.

 

Cuando los españoles llegaron, no se dieron cuenta de que era una pirámide.

 

La dualidad religiosa: entre Quetzalcóatl y la Virgen de los Remedios


Este es uno de los puntos más impresionantes del sitio: la continuidad espiritual.

 

En el mismo lugar donde los antiguos cholultecas veneraban a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, hoy miles veneran a la Virgen. Y aunque parezcan mundos opuestos, en la práctica hay una mezcla profunda.

 

En la fiesta del 8 de septiembre, los cohetes, las danzas, la música, las flores y la comida recuerdan muchísimo a las antiguas celebraciones prehispánicas. El sincretismo está ahí, vivo, sin pedir permiso.

 

La magia de subir al templo


Subir por el camino que lleva a la iglesia es una experiencia que combina lo físico, lo espiritual y lo histórico.

 

El aire se vuelve más fresco; el ruido del pueblo se va apagando. Al llegar a la explanada superior, el panorama es incomparable: se ve el valle completo, los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, y los barrios de Cholula extendiéndose como un tapete multicolor.

 

Mucha gente sube por fe, otros por deporte, otros por turismo. Sea cual sea la razón, la subida siempre deja una sensación de conexión con algo más grande.

 

Cholula, un pueblo que no olvida su pasado


San Pedro Cholula y San Andrés Cholula —dos municipios distintos que juntos forman la zona conocida como Cholula— están llenos de vida. Hay cafés, mercados, bares, mezcalerías, museos, hoteles boutique y fiestas universitarias.

 

Pero a pesar de lo moderno, Cholula sigue siendo un pueblo devoto, orgulloso y tradicionalista. Sus fiestas patronales, sus plazas y sus tianguis siguen conservando un sabor auténtico que atrae tanto a turistas como a locales.

 

La mayoría de quienes visitan coinciden en una cosa: Cholula tiene presencia. No es como cualquier zona arqueológica con ruinas limpias y bien delimitadas. Aquí todo está vivo, mezclado: un templo colonial encima de una pirámide milenaria, vendedores de dulces caminando al lado de túneles arqueológicos, estudiantes tomándose fotos mientras peregrinos rezan.

 

La Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios y la pirámide de Cholula no son sólo un atractivo turístico. Son el ejemplo perfecto de cómo México se construye sobre su propio pasado, sin borrarlo por completo, sino conviviendo con él.

En un mismo punto del mapa se unen la ingeniería indígena, la religiosidad colonial, la vida moderna, las leyendas antiguas y el poder imponente del paisaje poblano. Es un lugar donde cada piedra tiene una historia, cada túnel es un susurro del pasado y cada fiesta es un puente entre dos mundos.

Cholula representa muchas cosas:

 

·       La fusión de dos mundos que, con conflictos y tensiones, terminaron mezclándose.

·       La permanencia de lo indígena, aún bajo capas de historia colonizadora.

·       La creatividad humana capaz de construir colosos como Tlachihualtépetl.

·       La fe, en todas sus formas.

·       Y, sobre todo, la identidad mestiza que caracteriza a México.

 

Cholula no es un cerro con una iglesia. Cholula es un resumen de México entero.

 



Curiosidades

1.     La pirámide no fue descubierta como pirámide hasta principios del siglo XX. Antes se creía que era un cerro.

 

2.     La iglesia ha sido destruida varias veces por terremotos y siempre reconstruida, lo cual ha reforzado la devoción local hacia la Virgen.

 

3.     Cuando llueve, la pirámide se cubre de un tono verde intenso, haciendo que el templo parezca flotar sobre una colina mágica.

 

4.     Está alineada con el Popocatépetl, y muchas fotografías muestran la iglesia con el volcán humeante detrás; es una de las postales más icónicas de México.

 

5.     Cada año hay peregrinaciones de pueblos cercanos que suben cargando imágenes, estandartes y ofrendas, manteniendo viva la mezcla de tradiciones indígenas y católicas.

 

6.     El interior de los túneles arqueológicos muestra varias etapas constructivas: como si se hubieran guardado las versiones anteriores de la pirámide.

 

7.     La pirámide fue probablemente más un centro religioso y educativo que un palacio o tumba, a diferencia de Egipto.

 

8.     El altar mayor de la iglesia tiene elementos de arte indígena mezclados con católicos, una muestra más del sincretismo.

 

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