El golf, un deporte verdaderamente desafiante
- Redacción Relax

- 2 nov
- 5 Min. de lectura

El golf es un deporte que, a primera vista, puede parecer tranquilo, pausado, que se juega en un amplio campo verde, aves y el silencio; muchas personas lo ven como un pasatiempo relajante, pero, bajo esa apariencia, se esconden exigencias físicas, mentales y estratégicas, que lo convierten, para muchos, en uno de los deportes más difíciles de dominar. ¿A qué se debe esto? A continuación, le presentamos algunos puntos importantes que determinan tal complejidad y desafío:
Precisión extrema y margen de error mínimo
Cada golpe con el palo de golf importa. En este deporte, un pequeño error en la técnica del swing —en la alineación del cuerpo, la posición del gesto o la velocidad del brazo— se amplifica al momento de golpear la bola y puede resultar en una trayectoria muy desviada o en penalizaciones por zonas fuera de campo.
Los objetivos –refiriéndose a los hoyos muy pequeños (con unos 10.8 cm de diámetro), a varios metros de distancia; y a los greens o putting green, que es al área de césped corto alrededor de los hoyos– pueden estar inclinados, con diversos obstáculos (bunkers, árboles y agua), lo que contribuye a que cada golpe tenga exigencias muy finas de exactitud para lograr la anotación.
La variabilidad del entorno
A diferencia de muchas disciplinas deportivas que se practican en espacios controlados, como estadios, pistas y superficies homogéneas, el golf se juega al aire libre; de modo que el clima juega un papel clave en la dinámica de juego. Tanto el viento, la humedad, la temperatura, las condiciones del césped e, incluso, la altitud, pueden cambiar las distancias, la caída de la bola y la velocidad para llegar al green.
Además, cada campo es distinto, con una topografía diferente y con un diseño único, obstáculos diferentes, greens con distintos grados de inclinación y bunkers en posiciones diversas. Adaptarse constante y repentinamente a terrenos diferentes es parte esencial del reto.
Demanda física y coordinación técnica
Aunque el golf no parece tan extenuante como correr cien metros o jugar futbol, la verdad es que exige mucho en cuanto a coordinación neuromuscular, equilibrio y fuerza, flexibilidad y resistencia. Un jugador recorre varios kilómetros caminando o, al menos, desplazándose, durante una ronda completa de 18 hoyos.
Por su parte, estudios han mostrado que la actividad física que implica jugar al golf puede mejorar perfiles cardiovasculares, metabólicos y respiratorios, de acuerdo con PubMed, en su artículo sobre “Las relaciones entre el golf y la salud: una revisión exploratoria”.
Además, la biomecánica del swing es compleja: se requiere sincronización entre diferentes segmentos del cuerpo, transferencia de peso, control del cuerpo al volver y golpear, así como adaptación ante la fatiga para mantener consistencia.
Consistencia a lo largo del tiempo
En muchas otras disciplinas, un atleta puede tener momentos de reconocimiento, pero, en el golf, es esencial mantener un alto nivel a lo largo de cada ronda, y de ronda tras ronda, ya que un mal golpe puede costar varios golpes de ventaja.
La práctica constante es determinante, para perfeccionar detalles como la mecánica, el putting, el juego corto y el control de distancia. Así que este deporte requiere muchas horas de entrenamiento. Incluso, los profesionales siguen trabajando en refinamientos de técnica para mejorar su calidad de juego, lo que, para un aficionado, parecerían detalles mínimos o sin importancia.
Carga mental, concentración y presión psicológica
El factor mental en el golf es enorme. Cada golpe conlleva decisiones, entre cuestiones sobre qué palo usar, cómo se encuentra el lie (posición de la bola), el riesgo-beneficio y la alta capacidad del participante para manejar el error.
Además, hay momentos de alta presión en los torneos, por los hoyos finales, por el score cercano y por los espectadores. Mantener la calma, la concentración y evitar que la frustración afecte el siguiente golpe es sumamente relevante.
También, hay un componente de autoevaluación constante, pues ante un mal golpe, el jugador no puede “culpar” a compañeros o a un oponente, sino que la responsabilidad recae en él mismo. Esa autoexigencia hace que el estrés interno sea mayor.
Ejemplos estadísticos que ilustran la dificultad
La mayoría de los golfistas recreativos tienen handicaps (número que representa la habilidad de un jugador) bastante elevados. Por ejemplo, en la Revista de Golf (Golf Journal), de la Asociación de Golf de Estados Unidos (USGA, por sus siglas en inglés), se menciona que el índice de handicap promedio para los hombres es alrededor de 14.2, mientras que, para las mujeres, es alrededor de 28.7.
Las rondas promedio de los jugadores recreativos suelen terminar con puntuaciones muy por encima del par del campo; romper cien golpes en 18 hoyos es un logro significativo para muchos.
De igual manera, un estudio por parte de Golf Monthly encontró que los jugadores aficionados cometen “three-putts” (tres putts en un green) [un putt es un golpe de precisión que se realiza en el green, para impulsar la bola hacia el hoyo] con mucha mayor frecuencia que los profesionales. Este tipo de errores en el juego corto pueden aumentar considerablemente la puntuación total.
El golf como reto continuo
Incluso, los mejores jugadores del mundo se ven obligados a adaptarse y mejorar constantemente, ya que los campos, las condiciones y hasta la tecnología de los palos y bolas cambian. El éxito en torneos importantes, muchas veces, depende de detalles mínimos: cómo reacciona un green después de la lluvia, cómo está cortado el césped, cómo sopla el viento o cómo maneja el jugador la tensión al estar rodeado de espectadores con altas expectativas.
Con lo anterior, no estamos diciendo que el resto de los deportes sean más sencillos; por supuesto que cada uno tiene su nivel de complejidad, que requiere del dominio y perfeccionamiento de ciertas habilidades y técnicas para poder dominarlo. Sin embargo, como lo mencionamos al inicio, lo curioso del golf es que se trata de mucho más que golpear una bola hacia un hoyo. Es un deporte que exige un alto nivel técnico, físico y mental. Requiere una precisión casi quirúrgica, adaptabilidad frente a lo cambiante, resistencia a la frustración, constancia en la práctica, fortaleza psicológica y autoexigencia. Por eso, muchas personas lo consideran un deporte que requiere un reto constante, que pone a prueba las habilidades, el carácter y la serenidad de quien lo practica.
Aunque la forma moderna del golf se consolidó en Escocia, existen evidencias de juegos similares en diversas culturas antiguas, como China o Roma, lo que demuestra que la idea de golpear una bola con un palo hacia un objetivo ha estado presente en la humanidad desde hace mucho tiempo. En los Países Bajos medievales, también existían juegos en donde los participantes intentaban llevar una bola a un objetivo lejano en el menor número de golpes posible.
Sin embargo, se tiene aceptado que la primera mención escrita del golf aparece en 1457, cuando el Parlamento escocés lo prohibió, junto con el futbol, alegando que distraía a los hombres del entrenamiento con arco, una habilidad crucial para la defensa nacional. No obstante, las restricciones se levantaron en 1502, y el deporte ganó popularidad, especialmente entre la nobleza. Para comienzos del siglo XVI, incluso, el rey Jacobo IV de Escocia era un ávido jugador. Ya en el siglo XVIII, el golf comenzó a formalizarse como deporte, expandiéndose rápidamente fuera de Escocia y el Reino Unido. En Estados Unidos, aunque hay registros de palos y bolas de golf importados desde 1739, no fue hasta finales del siglo XIX que el deporte comenzó a desarrollarse formalmente.
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