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Ennio Morricone. Un genio musical que hizo hablar al cine

Foto del escritor: Redacción RelaxRedacción Relax


Como toda propuesta, el cine mudo tuvo el encanto que permitió a su público atender más el desempeño actoral de sus protagonistas, detalles de la producción y la resolución de la trama; llevó a traducir las gesticulaciones y el lenguaje corporal, a imaginar, a exagerar quizá, a darle matices a la historia, que incluso, no existían, y un toque personal a lo visto, que se llama interpretación; a lo visto; por ello, cuando el sonido irrumpió como un intruso, que vino a desvincular esta complicidad entre imagen y observador, no fue tan bien recibido por lo que su incorporación fue paulatina, permeando el sabor de los filmes, hasta que décadas después se fue transformando en un ingrediente vital que moldea y provoca emociones.

Y porque sin sonido nada es igual, es merecido el reconocimiento a Ennio Morricone, quien falleció el pasado 6 de julio, uno de los últimos genios musicales del mundo, creador de más de 400 bandas sonoras para cine y televisión. Un hombre que durante su carrera tuvo altibajos, debido a que parte de su producción fue centro de polémica, pero, que aun así supo trascender en este ámbito. Conoció la gratitud de la amistad, la fidelidad a la mujer con quien compartió la vida, y amó triunfar en su país por sobre todas las cosas.

Pasos que le llevaron al cine

Ennio Morricone nació en Roma en 1928, como el mayor de cinco hermanos, en una familia de clase media que vivía sin lujos, sólo con el sueldo de su padre, quien era trompetista, en tanto, su madre era ama de casa, y que por un tiempo trabajaría en una tienda de ropa.

A los diez años de edad ingresó al Conservatorio de Santa Cecilia, para estudiar trompeta y después de tres años formó parte de la orquesta de la institución, la cual llevó a cabo una gira por el Véneto.

Tenía 15 años de edad, cuando el profesor Roberto Caggiano le animó a estudiar armonía, y después, le sugirió prepararse en composición.

Por ese tiempo, Alberto Flamini, dueño de una orquesta, lo eligió para doblar las líneas del primer trompeta, quien resultó ser su padre, Mario Morricone; así, el joven se acostumbró a los escenarios, pues tocaba en hoteles de su ciudad, ante las tropas americanas, que, después de la Segunda Guerra Mundial, acudían a los recitales en busca de distracción.

Cuando Ennio obtuvo su título como trompetista, se dedicó a estudiar composición de música vocal y de cámara, para lo cual, tuvo la asesoría, influencia y apoyo del distinguido compositor y pedagogo Goffredo Petrassi.

En 1955 comenzó a hacer arreglos a la música de películas y, poco tiempo después, aunque su futuro no era muy claro, se casó con Maria Travia, quien lo acompañaría en los próximos 65 años y sería madre de sus cuatro hijos.

Para ganarse la vida, el músico se dedicó a hacer arreglos musicales a series televisivas, y buscando un enfoque más constante de su trabajo, llevó a cabo un seminario a cargo del compositor y ensayista estadounidense, John Cage.

Los frutos como compositor y el sello western

Fue en 1961, cuando nació Alessandra, su segunda hija, que compuso su primera banda sonora para el cine, se trataba de la película Il Federale, del director Luciano Salce; tres años después colaboró con Bernardo Bertolucci y con Sergio Leone, amistad que marcó rotundamente su carrera.

Al creativo le enfadaba que lo encasillaran en un género, pues afirmaba que su trabajo no se definía por ello, sin embargo, la musicalización de la Trilogía del dólar, ubicada en los spaguetti western e integrada por las cintas Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el malo y el feo (1966), todas dirigidas por su amigo Leone, lo catapultó a la fama y lo llevó a ser buscado por otros directores. En tanto, se integró al Gruppo di Improvvisazione Nuova Consonanza, uno de los primeros colectivos experimentales de compositores del mundo.

La creciente demanda de trabajo para el cine, hizo que Morricone dejara de lado su producción culta, que años después inspiraría a bandas de rock. En 1970 comienza a impartir clases de composición en el Conservatorio Frosinone, etapa que favoreció su retorno como autor al colaborar con el Studio R7 de Música Electrónica. Un año después, compuso la música para la película Factor humano, del director estadounidense Edward Dmytryk.

En 1983 se convirtió en miembro del Consejo de Administración de la Nuova Consonanza, y bajó su ritmo de trabajo en la producción musical para la gran pantalla. Fue en esta atmósfera que surgió la partitura de Érase una vez en América (1984), también de Sergio Leone, una de sus mejores piezas.

Sobre su estilo

Los conocedores del músico advierten que la fórmula de sus composiciones era sencilla y efectiva, que llegaban al público de manera rotunda, ya que eran orquestaciones poco densas, con un sonido seco y transparente, que conseguían penetrar en la memoria. Aseguran que el creativo guardaba un gran respeto por los personajes de las cintas, dejando hablar a la historia. Su premisa era que la música cinematográfica no pertenece al compositor, sino al filme, pues lo que importa es contar la película.

Morricone no se consideraba un divo, sin embargo, tenía un trato hostil con la prensa, y era crítico con todos los sectores, incluso el suyo, pero, además, no comprendía el éxito de su música, que atribuía a la claridad temática y a la simplicidad armónica de sus composiciones, nada más.

Relación con Estados Unidos

El creativo no tuvo una relación fácil con este país; se negó a vivir en él y a aprender su idioma, sin embargo, estuvo nominado al Oscar por sus bandas sonoras cinco veces: la primera, en 1979 por Días de gloria de Terrence Malick; la segunda en 1986 por La misión, de Azahara Seller; la tercera en 1988 por Los intocables de Elliot Ness, de Brian de Palma; la cuarta en 1992 por Bugsy, de Barry Levinson y la quinta en 2001, por Malena, de Giussepe Tornatore, pero en ninguna lo obtuvo, algo que le pareció un castigo de la crítica estadounidense por su actitud de arraigo europeísta.

En 1995, luego de una serie de homenajes en su país, recibió el título de Commendatore dell’Ordine Al Merito della Reppublica Italiana, y para su sorpresa, 12 años después, en la edición del Oscar 2007, le fue otorgada la estatuilla en reconocimiento a su vasta trayectoria. Para 2016, el artista se llevó el Óscar por la musicalización de Los odiosos ocho, de Quentin Tarantino.

El artista se fue discretamente y en privado porque "no quería molestar", como lo escribió en su último texto antes de fallecer. Fue acompañado a su última morada en el cementerio Laurentino, por su esposa María, sus cuatro hijos y sus nietos, además de algunos parientes.

El legendario compositor será recordado por siempre, a través de sus obras.

Este mes se ha publicado el álbum póstumo Morricone Segreto, una recopilación de 27 composiciones de las cuales siete son inéditas, éstas últimas innovadoras y experimentales, que fueron grabadas desde finales de los años 60 hasta principios de los 80. La producción estará disponible en formato digital, en CD y vinilo, y está a cargo de Decca Records y de la firma italiana CAM Sugar.
La importancia de Morricone Segreto, radica en que incluye bandas sonoras de películas que no fueron tan exitosas, pero que forman parte del trabajo del creativo y en lo particular, fueron de su preferencia.

El gran maestro Ennio Morricone recibió dos premios Grammy, tres Globos de Oro, cinco BAFTA, diez David de Donatello, once Nastro d'argento y el Premio de Música Polar en 2010, considerado este último como el Nobel de la música. En la edición de los Premios Óscar 2007 recibió la famosa estatuilla honorífica por su contribución en el arte de la música de cine.


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