En una época en la que muchas estrellas han retado su desempeño con tal de no sucumbir al encasillamiento en un solo género, convirtiéndose en ejemplos de versatilidad, hay otras que, entusiastas, sin temor a ser consideradas íconos de una temática, saben fluir, demostrando que, ante todo, está su talento histriónico. Este es el caso de la actriz Jamie Lee Curtis, una de las figuras estadounidenses con mayor permanencia en el ámbito del entretenimiento, y quien, actualmente, se encuentra bajo los reflectores.
Fue así que, previo al 78o Festival Internacional de Cine de Venecia, celebrado el pasado mes, Curtis fue ubicada, por Alberto Barbera, director del evento, dentro de “un enrarecido grupo de actrices y actores de Hollywood, capaces de ofrecer la encarnación más convincente de todas esas cualidades que representan el alma del gran cine mundial”, explicando por qué ha merecido el León de Oro por su larga trayectoria.
Efectivamente, con una carrera de más de 40 años, que comprende más de 45 filmes, más de 10 series y películas de televisión, (en los que ha figurado como protagonista o dentro de los elencos principales); que han sido producciones de fuerte temática, oscilando entre el terror, la comedia y el drama, Curtis puede mirar atrás con la satisfacción de haberse hecho sola, al margen de sus famosos padres, transmitiendo, con sus caracterizaciones, la esencia de extraños, misteriosos y complicados personajes, sobre todo, aquellos inscritos en el género del suspenso, uno de los de mayor éxito en su país.
En ese orden, a ella se le conoce como una estrella de scream queen (‘reina del grito’, en español), en referencia a la mayoría de sus trabajos, como Halloween (1978), con el que debutó a los 20 años de edad, dirigida por John Carpenter; una historia de bajo presupuesto, que se convirtió en un gran éxito de taquilla.
Pero Halloween no sólo fue números, pues con una producción de poco más de 300 mil dólares y una recaudación total de 70 millones de dólares, ha sido una gran influencia para las películas de terror posteriores y, además, precursora del subgénero slasher, en la década de los ochenta, de las cuales popularizó varias figuras retóricas y el manejo de ciertos personajes. De esta forma, encabezó la serie de filmes de terror que se rodaron ese decenio, como Viernes 13 (1980), Pesadilla en la calle del infierno (1984), y Scream: Grita antes de morir (1996), entre otros.
Es por eso que, ahora, al presentar Halloween Kills, en el marco del Festival de Venecia, secuela directa del filme de 1978, y de la que se espera Halloween ends, para 2022, la tercera entrega de la trama, Jamie se reconoce orgullosa en su papel de Laurie Strode, con quien ha envejecido, y ha concientizado sobre el miedo y su poder de infección en una comunidad, un tema que puede extrapolarse a otros ámbitos, según refiere.
Por otra parte, también es productora de cine y escritora, y ha sido reconocida dentro de la comedia, en la cual se ha hecho acreedora a dos Globos de Oro; uno, como mejor actriz de comedia o musical, en 1995, por Mentiras verdaderas (1994), y el otro, como mejor actriz de serie de televisión-comedia o musical, en 1990, por la serie Cualquier cosa menos amor (1989). Asimismo, consiguió un BAFTA en 1983, como mejor actriz de reparto, por la comedia De mendigo a millonario (1983), entre otras distinciones.
Vida de contrastes
Jamie Lee Curtis es hija de la mítica Janet Leigh y de Tony Curtis, estrellas clásicas de Hollywood. En el caso de ella, recordada por su papel de Marion Crane, en Psicosis (1960), y en el de él, por haber encarnado a exitosos y apuestos personajes en una extensa filmografía, además de, por supuesto, su excéntrica vida.
Nació en Santa Mónica, California, el 22 de noviembre de 1958. Se graduó en la Choate Rosemary Hall, en 1976, y, después, cursó en la Universidad del Pacífico. Está casada, desde 1984, con el músico y actor Christopher Guest, y juntos, adoptaron a dos hijas, Annie (1986) y Ruby (1996). Aunque reside en Los Ángeles, California, ostenta el título de baronesa de Haden-Guest, en el condado de Essex, en Inglaterra, ya que, cuando el padre de su marido falleció, les fue delegado.
A pesar de su fama, su herencia y su trabajo ininterrumpido, la artista es una especie de resiliencia, pues sus padres se divorciaron cuando ella tenía 11 años de edad, y continuaron su camino, pasando por varios matrimonios, lo cual podría haberle generado cierta inestabilidad; además, según ha contado, se obsesionaron con la juventud y la belleza física, ya que, siendo estrellas de cine, consideraban que gran parte de su valía estaba en ello. Así, Jamie vio cómo envejecían, aun a costa de las cirugías, y fue testigo de sus adicciones y penas.
Lo anterior, con seguridad, sirvió de ejemplo a la estrella, quien sólo parece experimentar las agitaciones de la vida en sus personajes, pues con 37 años de matrimonio, tiene un hogar sólido, y lo mejor, puede seguir actuando.
Un rol que era su destino
Su papel de Laurie Strode, una joven niñera, quien enfrenta al mal, representado por un asesino de careta blanca, en una desesperada lucha por atraparlo, originalmente, no estaba destinado para ella, sino para Anne Lockhart; hija de June Lock-hart, sin embargo, debido a la apretada agenda de ésta, se le ofreció, aunque escasamente había tenido participación en algunas cintas televisivas. Debra Hill, guionista de Halloween, consideró que darle el papel a Curtis, era una gran oportunidad tanto para ella como para la producción, pues, siendo hija de Janet Leigh, lograría captar la atención del público, convirtiendo a Halloween en un éxito de taquilla; y así fue.
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