top of page
Foto del escritorRedacción Relax

Jane Goodall, pionera a favor de la biodiversidad y un gran ejemplo para las generaciones actuales


Desde su tierna infancia, Jane Goodall sintió una gran atracción por los animales, y en particular, por los chimpancés. Siendo todavía una bebé, su padre le regaló uno de felpa, como si supiera cuál sería el destino que le deparaba: proteger a esta especie de Tanzania, a través del estudio y observación constante, y concientizar al mundo acerca de sus facultades. En ello, a la investigadora se le ha ido la vida, ya que ha trabajado con estos primates por poco más de seis décadas.


En 1987, abandonó los trabajos de campo para viajar, ofreciendo conferencias sobre la defensa de estos y otros animales, la preservación del medio ambiente y el cambio climático; un objetivo que sigue firme en su itinerario.


Por ello, actualmente, a sus 87 años de edad, la especialista continúa su labor de comunicación, a través de su propia fundación; comparte sus interesantes hallazgos durante su vida en África, y, además, ha dejado claro que la única esperanza para salvar al planeta del cambio climático es la educación de las nuevas generaciones en pro del medio ambiente y la biodiversidad.


Inglaterra y la vida salvaje


Nació en Londres, en abril de 1934, y sus primeros años de vida transcurrieron en Bournemouth, una localidad al sur de Inglaterra, en medio de una familia modesta y de escasos recursos.


Al crecer, la sencilla Jane Goodall nunca olvidaría sus sueños de conocer la selva de Tarzán o la de sus libros infantiles, así que, al cumplir 23 años, con estudios de secretariado y un trabajo en una firma de documentales, arribó a África, específicamente, a Nairobi, por invitación de una amiga, habiendo trabajado como camarera algunos meses para pagar su viaje.


Conductos de una aventura


Determinante fue el vínculo que Jane mantuvo durante su estancia en África con el antropólogo, paleontólogo y arqueólogo inglés Louis Leakey (1903-1972), quien trabajaba para el Bristish Museum, recopilando fósiles en las tierras de Tanzania, en compañía de su esposa Mary. Incluso, luego de que Jane le expresara su interés por estudiar a los animales, la contrató como su asistente.


Tiempo después, el experto le ofreció a la joven estudiar a un grupo de chimpancés en su hábitat, en el Parque Nacional de Tanzania; una propuesta que, muy entusiasmada, aceptó, mudándose al lugar, en compañía de su madre, pues tenía 26 años de edad y las autoridades británicas consideraban que era un gran riesgo que viviera sola en esas condiciones.

Descubrir un nuevo mundo


Pero no todo sería tan fácil para la emprendedora Valerie Jane Morris Goodall (su nombre completo), porque, en la vida real, el entendimiento de Mowgli o Tarzán con los animales quedaba en fantasía; a los chimpancés les intimidaba su presencia, por lo que sus primeras observaciones las realizó a distancia, con ayuda de unos binoculares.


Con el paso del tiempo y gran paciencia, Jane constató que no se había equivocado al aceptar vivir cerca de estas especies; era grandioso lo que sus ojos veían. Algunos comportamientos que la asombraron fueron el uso y la fabricación de herramientas, y la consiguiente transmisión de tradiciones. Además de comprobar su omnivorismo, e incluso, observar el canibalismo y el establecimiento de relaciones en la estructura social.


En diversas entrevistas, la científica ha sostenido que, al igual que los seres humanos, estos primates también “tienen un lado oscuro”, y es que, en algún momento, fue testigo de graves conflictos entre grupos, en los que la violencia física y el aniquilamiento habían sucedido sin compasión. Al respecto, cuando un medio de comunicación la cuestionó sobre ¿por qué salvarlos si tienen un lado oscuro?, ella afirmó contundente: “Si piensas así, ¿qué puedes pensar del resto de la humanidad...?”.


Otras decisiones importantes


Siete años después de llegar a África, Goodall contrajo matrimonio con Hugo van Lawick, fotógrafo de National Geographic, y tres años más tarde, se convertiría en madre de Hugo Eric Louis, su único hijo, quien creció entre chimpancés. Al mismo tiempo, había ya formado un equipo tan eficiente que logró que el Gombe Stream Research Center se convirtiera en una de las estaciones de estudio del comportamiento animal más importantes del mundo, y obtenía el doctorado en etología por la universidad de Cambridge (a pesar de no haber concluido la carrera); esto le abrió las puertas de varias instituciones de educación superior. Su segundo matrimonio sería con Derek Bryceson, director de los Parques Nacionales de Tanzania y parlamentario de Inglaterra, quien apoyaría la supervivencia del Parque Nacional de Gombe.


Experiencias y distinciones


Las observaciones y descubrimientos que la científica ha aportado a la zoología han quedado constatados en más de 70 artículos, numerosas películas y libros, de los cuales, cinco son infantiles (todos estos trabajos, traducidos a varios idiomas).

En español, están: En la senda del hombre. Vida y costumbres de los chimpancés (1986), Los chimpancés de Gombe (1986), A través de la ventana. Treinta años estudiando a los chimpancés (1994) y Gracias a la vida (2002), este último, escrito en colaboración con Phillip Berman, entre otras obras.


En 1977, la especialista fundó el Instituto Jane Goodall, dedicado a impulsar programas de conservación de la especie y mejora de las condiciones de vida de los chimpancés; y con el apoyo de un admirable equipo, ha establecido oficinas en todo el mundo.


Entre los múltiples reconocimientos que esta distinguida mujer ha tenido, destacan: El premio J. Paul Getty Wildlife Conservation, en 1984; el Premio Príncipe de Asturias, en 2003.


Asimismo, ha sido destacada como Embajadora de la Paz, por las Naciones Unidas, y ha recibido más de cien galardones internacionales y más de 40 doctorados Honoris Causa, entre ellos, por la Universidad de Alicante (España) y por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), en 2009.


Jane Goodall ha quedado inscrita en la historia junto con otras investigadoras interesadas por el mundo de los primates, como: Biruté Galdikas, con los orangutanes, en Borneo; y Diane Fossey, con los gorilas de los volcanes Virunga (también, apoyada por el legendario Leakey); y ha subrayado, con hechos, que es fundamental conseguir mejores condiciones de vida para una especie que comparte con el ser humano una similitud genética del 98 por ciento; ¡simplemente, admirable!

Comments


bottom of page