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Foto del escritorRedacción Relax

La pandemia como una oportunidad de crecimiento personal

Por Mtro. Luis Javier Álvarez Alfeirán


Si algo tenemos claro en este 2020 es que el mundo ha cambiado, la sociedad ha cambiado, nuestra valoración sobre la importancia de las cosas ha cambiado. La tecnología ha reclamado su lugar en la sociedad como nunca, ya que su uso para la educación, el trabajo o la salud ha roto de una vez por todas la brecha generacional que parecía infranqueable. Hoy día, niños y ancianos tienen la posibilidad de convivir gracias a las facilidades que brindan los dispositivos electrónicos. Pero la sociedad no debe moverse al ritmo de la tecnología, hacerlo es un error. El ser humano no debe olvidar que el mundo digital es sólo una herramienta y no una realidad por sí misma.

A lo largo del tiempo, los historiadores han dividido el avance de la humanidad en cuatro eras o épocas principales: Edad Antigua, que va desde la prehistoria hasta el Imperio Romano; Edad Media, que termina con el descubrimiento de América o la caída del propio Imperio Romano; Edad Moderna, que termina previo a la Primera Guerra Mundial; y Edad Contemporánea, que culmina con el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Lo relevante de dicha clasificación no son los hechos que marcan el cambio de cada época, sino la mentalidad del período en que se sitúan las transformaciones. El pensamiento de la humanidad, que se ve reflejado en el arte, la literatura y la filosofía, puede modificar de manera radical, de tal forma que no se identifica más con lo que se deja detrás. No se trata de lo que sucede a unos cuantos, sino algo mucho más profundo que incide de manera global. Por ejemplo, hace apenas unas semanas se conmemoró el aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, una desgracia de proporciones nunca antes vistas, emanada del conocimiento científico, cuando se pensaba que éste era el que vitalizaba el destino de la humanidad. La historia se encarga de llevar al ser humano a reencontrarse consigo mismo.

Max Scheler, un filósofo alemán que vivió a finales del siglo XIX y principios del XX, decía que debemos aspirar al “saber culto”. Un saber que no debe quedarse en la presunción de saber por saber, sino que debe llevarnos a convertirnos en otra cosa. Debe llevarnos a realizarnos en nosotros mismos, a realizarnos en Dios y a realizarnos en los demás.Este pensador decía que el positivismo y el pragmatismo, –es decir, creer que sólo lo comprobable es lo único cierto, creer que la ciencia es el único saber posible–, nos llevaría, como hombres espirituales que somos, a permanecer en un absoluto vacío, retrocediendo a un estado de barbarie y a lo que “sería la más espantosa de las barbaries imaginables”.


Cuando el hombre pensó entonces que había dominado la ciencia y el conocimiento, y que todo lo que era podía comprobarse con el método científico, se encontró con la bomba atómica. ¿De qué sirvió el conocimiento y la ciencia entonces?, la pregunta frecuente incluso hasta el día de hoy es: ¿por qué?, ¿qué faltó?


Porque el saber más importante, “el saber culto”, dice el filósofo, es aquel que ya hemos asimilado y forma parte de nosotros, el cual debe trascender en el amor, “debe salir de sí mismo para participar en el otro”, “debe romper los límites del propio ser y del propio modo de ser”, siendo esa la lección más importante.


La pandemia nos ha “encerrado” en casa y nos ha hecho descubrirnos como familia, nos ha permitido contrastar nuestra vida profesional con nuestra vida privada, niños estudian mientras los padres trabajan, uno frente al otro; lo que influye a uno tiene injerencia en el otro y viceversa. Este rompimiento en nuestras formas de ser nos hace crecer como personas, inevitablemente, y será una de las grandes lecciones de la humanidad en estos tiempos de retos e incertidumbres. Salir del confinamiento sin haber reflexionado será tiempo perdido; si no hemos aprendido nada, habrá sido un “encarcelamiento” absurdo; si no nos ha llevado a comprender de mejor manera que lo importante de la vida es la vida misma, hemos perdido la oportunidad de trascender.


Luis Javier Álvarez Alfeirán

twitter: @DirectorLCBMx

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